No
valoramos los pequeños placeres que se incardinan en las rutinas hasta que
dejamos de hacerlas. La mayoría de las veces nos enfocamos en lo que nos faltan
y no en lo que tenemos. No lo valoramos suficientemente hasta que llega un momento
de parar y darte cuenta de que lo más simple es lo que constituye la felicidad
del día a día.
Tengo
la facilidad, la virtud y la necesidad de ser muy agradecida, ante todo a todo.
Y me fijo mucho. Si observamos bien, hay días en los que parece que la vida nos
sonríe y cada detalle constituye una flor de un ramillete que nos regala la
vida cuando por la noche vamos a dormir y hacemos balance.
Pequeñas
cosas que están a tu favor. Mínimos detalles en los que de alguna forma
compruebas que no le eres indiferente a la vida y que como tal debes agradecer
estar en ella y vivirla intensamente.
Hay
otros placeres que no debes esperar que vengan del exterior. Podemos dárnoslos
nosotros mismos. No necesitamos a nadie que venga a regalarnos ese trocito de
felicidad que nos hace falta cada día. Podemos dárnoslos nosotros mismos, en lo
que nos guste. Porque recompensarnos es reconocernos como valiosos, como
merecedores de ocuparnos de nosotros mismos y no solamente de los demás y sobre
todo, capaces de ser felices desde el interior y no solamente esperando premios
externos que o no llegan o se dispersan mucho.
Hay
muchísimos pequeños placeres que nos regala la vida, que podemos regalarnos
nosotros. Fíjate día a día, detalle a detalle y seguro que encontrarás aquello
que nos sabe dulce y nos huele fresco.
Hay
que observar. Hay que apreciar. Hay que aprender. Hay que actuar.
Hay
muchos pequeños placeres al alcance de tu mano.
¡Dátelos.!
belloooooo mensaje, a veces pasamos volando por los detalles, que ni nos fijamos en lo hermoso de un bello atardecer,y contemplarlo es una obra de arte de Dios, muchas gracias mis angelitas, abrazos, se cuidan!
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