Cuento oriental (Un
obsequio de Carmen Novoa)
Cuentan
que un buscador de la verdad salió en cierta ocasión a los caminos del mundo. Y
allí, en el gran cruce del mundo interrogó a sus hermanos.
-
Decidme ¿cual es la verdad?
-
Busca la filosofía -respondieron los filósofos
griegos.
-
No -argumentaron los políticos-.
La verdad está en el servicio.
-
Entra a las catedrales -le aseguraron los clérigos.
-
Sin duda, la verdad es la sabiduría -terciaron los sabios.
-
Renuncia a todo -esgrimieron los ascetas.
-
Contempla y ensalza las maravillas del señor -le anunciaron los místicos.
-
Acata y cumple las leyes -señalaron los gobernantes.
-
Conócete a ti mismo -cantaron los guardianes
del esoterismo.
-
La verdad está en los números sagrados -dedujeron los cabalistas.
-
Vive los placeres -aconsejaron los epicúreos.
-
Únete a nosotros -le gritaron los revolucionarios.
-
La verdad es un mito -respondieron los escépticos.
-
Vive y deja vivir -clamaron los existencialistas.
-
El pasado: esa es la única verdad -lamentaron los nostálgicos.
Confundido,
aquel humano se dejó caer sobre el polvo del camino, mientras aquella multitud
se alejaba cantando y reivindicando "su" verdad. En eso, acertó a
pasar junto al hombre un venerable anciano que portaba un refulgente diamante.
-
¿Quién eres? -preguntó el derrotado buscador de la verdad.
Y
el anciano, mostrándole el diamante respondió:
-
Soy el guardián de la verdad.
-
¿La verdad? ¿Es que existe?
El
anciano sonrió y aproximando la gema al rostro del humano, replicó:
-
La verdad, como este tesoro, tiene mil caras. A cada uno le corresponde
averiguar cual es la que le toca.
Y esta joya se llama AMOR.
oso feliz leyendolas, fantastico tema,mmm asi es, el amor es el motor de la vida, muchas gracias mis angelitas,por su tiempo... feliz noche, se cuidan!
ResponderEliminarGracias por el valor de estas reflexiones y los buenos deseos!
ResponderEliminar