La
mayoría de las personas rechazan la meditación antes de conocerla. Reconocen
sus beneficios, opinan que se relaciona con “estar tranquilos”, “con sentir paz”,
“con acallar la mente “y muchas cosas más de semejante contenido. Al intentar
ponerse a “meditar” se ponen aún más nerviosos por creer que rápidamente deben
poner su mente en blanco; cuando observan que no es así creen hacerlo mal.
La
respiración es otra grave traba. Poner atención a respirar es un suplicio para
muchas personas e incluso reconocen que a base de intentar hacerlo bien pierden
el ritmo normal de la inspiración y expiración.
Hay
muchas formas de meditar y muchos mitos al respecto.
No
hace falta mucho. Es como siempre hemos dicho de la propia vida. Todo es más
sencillo de lo que creemos. Todo más fácil, más suave.
Os
hablo de mi forma particular de meditar. De la meditación abierta. De la forma
delicada de “no plantearse racionalmente” lo que es o nos dicen que debe ser la
meditación.
Podemos
meditar con los ojos abiertos, haciendo la comida, paseando o simplemente
conversando.
Entiendo
la meditación como un sentir adentro, la observación del “no juicio”. Que la
vida pase a través de nosotros. Que cada situación sea. Que lo malo se viva
pasando a través de ello y lo bueno de igual forma.
Tomar
distancia en el interior. Hacer una pausa silenciosa en la algarabía de los
pensamientos y cambiarlos por otros más sencillos, menos agresivos, no
competitivos.
Tener
conciencia plena de la compasión hacia todo y todos. Hacia lo que hacemos de
forma equivocada y hacia lo que hacen los demás.
Todo es en definitiva experiencia, prueba,
acción encajada en la existencia terrenal que vivimos con consecuencias para
nosotros y para los que nos rodean. De cualquier forma, una especie de juego en
el que cada uno somos una pieza clave jugando un papel.
Saber
que hay otra historia más allá del juego que vivimos, que lo importante es
invisible a los ojos, como no sea a los del alma y ésta no enjuicia, no condena
solamente deja ser.
Si
para meditar necesitamos un momento en soledad no pretendamos “no pensar”
porque entonces los pensamientos aflorarán aún con mayor fuerza.
Cambiemos
el curso de lo que aparece en nuestra mente y de forma tranquila y flexible
digámonos: “soy un ser de luz”, “soy bondadoso”, “soy paz”,” todo está bien”, “todo
es lo que debe ser”.
Esta
meditación es posible por su sencillez. Todos podemos meditar.
Así, simplemente evitando juicios, tomando distancia
y repitiéndonos palabras amables llenas de fuerza que nos llenarán de una
energía dulce cargada de serenidad.
mmm llegaron mis angelitas con super energia, para iniciar una semana expectacularrrrr, muchas gracias! abrazos , se cuidan mucho! son importantes para mi!
ResponderEliminarGracias por participar, por leer estas reflexiones y por la aportación.
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