Si hiciésemos una lista de valores,
posiblemente éste no estaría. Y sin embargo, es lo único necesario, lo
sencillo; lo que no cansa, lo que es fundamental sin exceso ni defecto.
La sencillez es la clave, en definitiva
de la serenidad y la tranquilidad en la vida.
Os dejo un curioso cuento al respecto.
Muchas veces lo sencillo es lo evidente y
lo que está al alcance de la mano. Buscamos lejos, buscamos más cuando ya lo
tenemos todo o casi todo lo necesario.
_________________________________________________
Hubo una vez un reino en el que una
antigua profecía hablaba de una princesa sin palacio. La profecía decía que una
vez que aquella princesa encontrase su palacio, sería la reina más justa y
sabia que hubiera existido nunca.
Aquel reino tenía una familia real que
vivió en su bello palacio durante generaciones, pero muchos años después, un
gran terremoto destruyó el palacio real, y en la catástrofe fallecieron el rey
y la reina, dejando solas a sus dos hijas, las princesas Nora y Sabina.
Tras la desgracia, Nora comprendió que
ella, la hermana mayor, posiblemente fuera la reina de la que hablaba la
profecía, y acompañada de la joven Sabina, dedicó todo su esfuerzo a encontrar
su nuevo palacio. En sus muchos viajes conocieron a un viejo sabio, quien les
entregó una vieja llave que debería abrir las puertas del palacio.
- No tengo ni idea de dónde estará el
palacio- dijo el anciano-. Sólo se me ocurre que probéis la llave allá donde
vayáis.
Y Nora se llevó a su hermana de viaje
probando aquella llave en todos los palacios que conocía. Cuando ya no quedaron
palacios, pensó que igual sería alguna casa importante, pero tampoco entre
ellas la encontró.
Desanimada, perdió la esperanza de
encontrar su palacio. Y llevaban tanto tiempo viajando y buscando, que nadie
las echaba de menos; tampoco tenían dinero ni joyas, y cuando llegaron a una
humilde aldea, tuvieron que dedicarse a vivir y trabajar el campo con aquellas
gentes pobres y alegres, que sin saber de su realeza, las acogieron como a dos
pobres huérfanas.
Las hermanas vivieron algunos años en
aquel lugar. Trabajaron mucho y supieron lo que eran el hambre y los problemas,
pero todos las querían tanto que llegaron a sentirse muy felices, olvidando
poco a poco su pasado real. Una noche, ordenando las cosas de Nora, Sabina
encontró la antigua llave. Divertida, se la llevó a su hermana, quien
nostálgica pensaba en el magnífico palacio que debía estar esperando en algún
lugar.
- Igual queda algún pequeño bosque donde
haya un palacio que no conocemos- dijo Nora, con un puntito de esperanza.
- Pues sabes lo que pienso -respondió la pequeña-. Que no necesito más para ser feliz. Estuvimos meses viajando solas de castillo en castillo para tener una vida de reinas, pero nunca he sido tan feliz como ahora, aunque no tengamos gran cosa. Si yo tuviera que elegir un palacio -continuó alegremente, mientras bailaba junto a la puerta- sería esta pequeña cabaña.- terminó divertida, al tiempo que con gesto solemne introducía la vieja llave en la puerta de la cabaña.
Al momento, la habitación se llenó de
luces y música, y de la vieja puerta comenzó a surgir un maravilloso palacio
lleno de vida y color, transformando aquel lugar por completo, llenándolo de
fuentes, jardines y animales que hicieron las delicias de todos en la aldea.
Sólo la humilde puerta de la cabaña seguía siendo la misma, recordando así a todos cómo Sabina la Maravillosa, que así llamaron a su sabia reina, había encontrado en una vida humilde la puerta de la felicidad no sólo para ella, sino para todos los habitantes de aquel país.
belo, se lucen mis angelitas, tan sabias y maravillosas, abrazos se cuidan mucho!
ResponderEliminarGracias por los comentarios; es sentir que el blog está vivo.
ResponderEliminar