Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 25 de noviembre de 2017

GENTE MENTIROSA



Mentir y ocultar, nos dice B. Stamateas, no es lo mismo. Se puede ocultar una información privada sin mentir a los demás; sin embargo, la mentira siempre lleva ocultación y lo que es peor, intención de engañar.




          Habría que identificar varios tipos de mentiras aunque estemos de acuerdo que la mentira no es ni menor ni mayor, lo que tal vez pueda cuantificarse son las consecuencias de ella. En algunos casos, será insignificante en otros, demoledora.

          Hay personas que han aprendido a vivir mintiendo. 

Trampeando de aquí para allá, dislocando la realidad, manipulando la ocasión, encontrando la oportunidad o la víctima fácil.

Hay auténticos profesionales de la mentira; grandes actores que no se inmutan ni cuando mienten ni cuando son descubiertos. Apáticos emocionales que no empatizan con el dolor del otro, ni con las consecuencias de sus acciones. Ni siquiera las temen.

Otras personas mienten por miedo. Miedo a la crítica, al rechazo o al maltrato. En este caso, posiblemente la vara de medir debería ser otra y hurgar para descubrir qué hay más allá de la mentira y comprender las razones de ella, aunque sigamos sin justificarla.

Otras veces, no se puede hablar claro y para evitar explicaciones dolorosas se recurre a la mentira.

No estoy de acuerdo con las mentiras piadosas porque en efecto, la mentira siempre es mentira. Pero sí me gustaría reflexionar sobre las personas que parecen llevar una lupa de aumento en la mano para descubrir la menor mota de polvo en el abrigo ajeno.

Lo peor de descubrir mentiras, grandes o pequeñas, es la falta de confianza que se instala en la persona que las recibe y la impotencia para poder, en ocasiones, pedir explicaciones.

Muchas veces, se llega a la conclusión de que la mentira no va dirigida a nuestra persona ni a nuestro mundo; que afecta a la persona y a su vida íntima y que las consecuencias también serán para ella. 

En este caso debemos desentendernos de la mentira porque no recae en nosotros, ni es para nosotros.

Analicemos al mentiroso, a las mentiras que dice, a cómo las dice, a las consecuencias de lo que dice y por último, si éstas nos afectan o no.

Estamos rodeados de mentirosos; tal vez hasta nosotros seamos uno de ellos.

Pongamos la lupa cerca también.

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