En
un año pasan muchas cosas. Uno, cuando comienza el siguiente, está lleno de
buenos propósitos. Quiere enmendar lo que ha hecho mal. Lograr la conquista de
las batallas perdidas en el anterior. Proponerse de nuevo el cambio. Intentarlo
una vez más.
Llegar
al nuevo año que comienza con buenas intenciones es un buen comienzo. En
principio estamos convencidos de que lograremos lo que no pudimos alcanzar en
el anterior. Y es bueno que sea así.
No
podemos comenzar derrotados. Hay que empezar valientes. Guerreros. Rebeldes e
inconformistas.
Hemos
de empezar los primeros de la fila; los que se comen el mundo, los que de
alguna forma van a demostrarse a sí mismos, al menos por un tiempo, que sus anhelos
son posibles, que dependen de sí mismos y que de la actitud que adopten para
encarar los días restantes dependerá el resultado y el balance del siguiente
año.
La
lista de propósitos es obligada. Hacerla supone ya un empeño en comenzar a
lograrlos. Dar el primer paso en cada uno es iniciar el camino. No hay que
mirar lo lejano de la meta. Hay que ir paso a paso, momento a momento,
resistiendo el ahora y pensando que después todo será más sencillo cuando lo
que pretendemos sea nuestro.
Iniciar
un año es como volver a renacer. Se trata de un tiempo nuevo. De un comienzo
que se abre ante nosotros con todas las posibilidades que podamos albergar en
nuestro corazón. De ahí a su conquista
solamente hay una chispa donde el logro es posible: la acción.
Hay
que hacer. Hay que comenzar. Hay que decir “ya”, hasta aquí llegué, ahora voy a
hacer de forma distinta. El primer segundo, la primera hora, las siguientes y
así un día tras otro hasta que la meta sea nuestra.
Estoy
dispuesta a comenzar de nuevo aquello en lo que siempre fracaso. Pero incluso
ese fracaso me aporta mucho puesto que es una nueva oportunidad de intentarlo
otra vez.
Nada
está perdido. Mientras hay vida, hay esperanza. Mientras nuestra voluntad
quiera, habrá tiempo. Este tiempo, el que ahora comienza.
Haz
tu lista. Se breve pero estate convencido. No la hagas muy larga. Con poco será
ya mucho.
El
resto es solamente comenzar.
¡Hazlo.!
Yo lo haré.
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