Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 7 de septiembre de 2015

LAS COSAS QUE NOS PASAN



¿Cómo sabemos si los que nos pasa es beneficioso o  dañino para nosotros?. ¿Qué es lo bueno y qué lo malo?. ¿De qué forma podemos asegurar que una desgracia lo es o que una alegría nos hará felices?.

No sabemos ni cómo, ni de qué forma, ni cuándo, ni por qué sucede lo que nos ocurre a cada uno.

Efectivamente hechos que parecieron no tener relevancia, luego resultan el inicio de lo mejor de nuestra vida. Por el contrario, otras veces lo que comienza genial puede terminar como lo peor que nos ha pasado.

Todo es relativo. Todo se valora por contraste. Todo tiene una referencia que actúa de modelo en la realidad. Todo se muestra mutable e impermanente.

Por eso, no hay que apresurarse a avalorar. No hay que emitir juicios rápidos. No hay que entusiasmarse demasiado pronto, ni lo contrario.

Qué sabemos de lo mal que lo estemos pasando ahora, ¿no puede ser, tal vez, que esa crisis sea el comienzo de una nueva era para nosotros?...qué sabemos de la felicidad que gozamos en este momento; quizá acabe pronto, tal vez sea motivo de dolor más tarde.

No adelantemos desgracias, ni creamos que la felicidad dura siempre.

Por eso, también, démosle tiempo al tiempo; vida a la vida.

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Si tienes dudas sobre lo que es la ecuanimidad escucha la historia del hombre ecuánime. Era dueño de un caballo, pero cierto día se despertó por la mañana, fue al establo y comprobó que el caballo había desaparecido. 

Entonces vinieron los vecinos a condolerse y a decirle:

-¡Qué mala suerte has tenido! Para un caballo que tenías y se ha marchado.
Y el hombre dijo:

-Sí, sí, así es, así es.

Pasaron unos días y una mañana el buen hombre se encontró con que en la puerta de su casa no solamente estaba su caballo, sino que había traído otro. Vinieron los vecinos y dijeron:

-¡Qué buena suerte la tuya! Ahora eres dueño de dos caballos.

El hombre repuso:
-Sí, sí, así es.

Al disponer de dos caballos ahora el hombre podía salir a montar a caballo con su hijo. Pero un día, el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna. Vinieron los vecinos y dijeron:

--Mala suerte, muy mala suerte. ¡Si no hubiera venido ese segundo caballo...
El hombre dijo:

-Sí, sí, así es.

Pasó una semana y estalló la guerra. Todos los jóvenes fueron movilizados, menos el hijo herido al caerse del caballo. Y vinieron de nuevo los vecinos a ver al padre y le dijeron:

-¡Tú sí que tienes buena suerte! Tu hijo se ha librado de la guerra.
Y el hombre comentó:

-Sí, sí, así es.

La narración es un ejemplo de la ecuanimidad y también de cómo los propios hechos de la existencia (la rueda de la vida que gira y gira) habría que aprender a verlos desde la justa perspectiva.

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