Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 18 de noviembre de 2013

CUANDO LA MAREA RUGE



Hemos aludido muchas veces a la intuición como forma de conocimiento inmediata y profunda. Algo sientes en tu interior que te dice lo que se acerca o lo que ya está. Es una especie de instinto básico que apresa rápidamente lo que en el aire flota y te persigue. Una manera de llegar a ello antes de que llame a tu puerta. El modo más real de acercarte a lo que se manifiesta presente ante los ojos del alma.
Cuando la marea ruge suele traer lodo. No podemos evitar los problemas, ni tampoco, a veces, sentir que vienen disparados a por nosotros, pero si podemos optar por una actitud que logre frenarles, o al menos detener el pánico que nos causan.
He aprendido, poco a poco, muy lentamente a dejar de suponer. Al menos yo, era muy propensa a imaginar y creerme que lo que imaginaba sucedía en realidad. En ocasiones, sufría inmensamente antes de saber lo que había sucedido realmente o antes de conocer lo que iba a pasar. Me enredaba en un sin fin de composiciones que en mi mente tomaban, inmediatamente, dimensiones mayores y más dolorosas. Peleaba conmigo misma y con lo demás y finalmente, lloraba amargamente por lo que creía que había sucedido o iba a suceder sin saber aún ninguna de las dos cosas.
Ahora espero. Tranquilamente, me detengo y me digo a mi misma que debo ser cauta y ello significa, detenerme sin suponer. Dejar que ruja la marea y brame cuando anuncia que llega, pero dejar que me inunde y ahogue el simple sonido.
No podemos estar muriendo continuamente. La muerte llegará en su momento, ni antes ni después. No podemos cantar a la desesperanza antes de mirarla a la cara, ver que es ella y saber qué quiere.
Sin duda, es preferible “dejar para mañana los temores”  e instalarnos en un hoy que siempre sea presente. Es un buen método. Cuando las nubes llegan y las nieblas invaden el pensamiento…podemos decir…”Lo voy a dejar por hoy…ya lo pensaré mañana”.
No es mío el truquito, es de una entrañable amiga que ha superado una situación importante gracias a esa frase.
Yo al menos me la quedo. Me va bien.

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