Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 26 de mayo de 2013

LA TÉCNICA DE LA TORTUGA




Hace escasos días hablábamos de la técnica de la Mecedora como ejercicio práctico para reconectar con la calma necesaria al encontrarnos dentro.
Hoy, siguiendo la pauta del control emocional propio, nos acercamos a la denominada “Técnica de la Tortuga”.    Inicialmente se ideó para enseñar a los adultos a manejar la furia, pero luego se extendió igualmente a los niños ya que era muy eficaz para reducir la frecuencia de las conductas agresivas.
Se compone de 4 pasos:
1.    Reconoce cuándo estás enfadado o fuera de control.
2.    Detente y piensa.
3.    Métete dentro de tu caparazón como una tortuga, respira tres veces profundamente y deja que en tu mente se deslicen pensamientos tranquilos.
4.    Sal de tu caparazón cuando estés tranquilo e idea una solución para tu problema.
En realidad, nuestra incapacidad para controlar nuestros impulsos emocionales es lo que origina muchos de nuestras equivocaciones y errores.
Las autoinstrucciones y el habla interior pueden ayudarnos. Continuamente nos damos una versión de nosotros mismos o de nuestras experiencias pasadas y en ocasiones pueden ser muy destructivas o paralizadoras.
Si una persona continuamente se repite “soy una inútil” o “mi vida es un fracaso”, se está vampirizando a sí misma destruyéndose continuamente.
Lo que nos diferencia como humanos es la capacidad de anticiparnos a los sucesos y la de elegir. Ambas reguladas por el lenguaje interno ante un mundo siempre cambiante.
Monet, gran pintor impresionista quiso pintar el paisaje de una manera nueva. Captando el cambio. No fijándose en la estabilidad de las cosas, sino en el cambio de ellas con la modificación de la luz, siempre activa, inquieta y variable…
…”Un paisaje, decía, no tiene la menor existencia como tal paisaje, ya que su aspecto cambia a cada momento. El sol va tan deprisa que no puedo seguirle. Esa luz que se escapa llevándose el color es algo espantoso. El color, un color, no dura ni un segundo”…
Estos pensamientos de Monet le llevaron a otra forma de pintar. Por medio de las pinceladas amplias y grandes pretendía captar la fugacidad de la luz y sus tonalidades; una forma de ver la realidad puede ayudarnos si tratamos de hacer un paralelismo con el paisaje interior.
 Nuestras emociones varían por momentos, nunca encontramos la misma respuesta ni siquiera, ante las mismas preguntas.
Es evidente que nuestros ojos miran según lo que queramos ver. Pensemos con pinceladas de trazo amplio y ayudémonos a captar lo mejor de cada momento para tenerlo dispuesto cuando dentro de nuestro caparazón de tortuga tengamos que serenarnos tratando de encontrar una solución.

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