Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 28 de febrero de 2013

COMO GATA EN EL TEJADO



         No hay mayor muro que la incomprensión. Nada parecido a no querer entender al otro, nada igual a no querer abrir la puerta de la mente para que no pase algo distinto a lo que hay en ella.
Cuando lo que vemos es el puntito negro en la llanura blanca, cuando nuestro criterio se ciñe a lo único que quema es imposible que nuestros pasos vayan a la par porque no hay espacio suficiente en el caminar de aquel que en todo ve un tropiezo. Pero ¡qué difícil es demostrar nuestras verdades o hacer más evidente lo obvio cuando no quiere verse.!!
Qué poco ayudamos a vivir a los demás cuando nos duele hasta la sonrisa cercana. Qué lástima no poder llenar de luz la mirada del que todo lo ve negro.
El que vive alimentándose de su propio veneno no puede sino repartir el virus de su propia amargura.
         Cuánto dolor se distribuye en el torbellino de su tormento y qué frágil es en el fondo su corazón que no puede estremecerse ante el débil o el afligido, ni sentir más que odio ante quien se muestra feliz.
         Por desgracia hay que convivir con seres oscuros, tan tóxicos para sí mismos como molestos para el resto y todo ello sin poder ayudarles a ver que lo único que es válido en esta experiencia vital es hacer felices a los demás mientras lo vamos siendo nosotros.
Las cosas siempre son sustituibles, mejores o peores, mayores o menores, pero en cualquier caso siempre existentes.
Los recuerdos, las vivencias, el éxtasis o el dolor…nunca caducan. Siempre están reposando como estratos en el fondo del alma, dispuestos a servir de colchón en los momentos en los que desplomarnos es tan fácil como respirar. Por eso quiero coleccionar emociones, una tras otra y no perderme ninguna.
Me urge tragarme de un sorbo el mundo de este instante que no vuelve o del siguiente en el que aún me siento viva.
A ratos me arrepiento de lo que no he reído, de lo que no he abrazado, de lo que no he besado…de pensamientos dulces que no he tenido, de las lágrimas que me he tragado, de la dicha que se me ha escapado.
Ahora no quiero perderme ni un instante de la vida. Ya no.

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