Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 11 de septiembre de 2012

LAS CARTAS QUE NO ENVIÉ

Escribir es una terapia de beneficios insuperables. Uno se siente mal, rebusca en su interior, elucubra soluciones a problemas, da mil vueltas a respuestas e iniciativas posibles, va y vuelve y aún puede no saber qué hacer.
Lo mejor es tomar el papel, real o virtual, y comenzar por abrir la compuerta del corazón. En esos momentos, la avalancha de sensaciones, sentimientos y afectos se desborda. Todo quiere salir al mismo tiempo pero entonces, necesariamente, tenemos que ordenar lo que debe ir primero y aquello que lo hará después.
En ese intento de expulsión hay una necesidad de orden y en ello ya comienza el beneficio.
A veces, los sinsabores llegan sin buscarlos, otras nos vemos enredados en ellos sin pretenderlo y la mayoría nos encuentran sin merecerlo. Pero en todas ellas nos sentimos abatidos por las circunstancias y peleamos sin medida por seguir adelante con el menor número de heridas posibles.
Un método que nos permite modelar la realidad es la escritura. Aquello que querríamos decir al otro y no nos atrevimos, lo que quedó oculto en los silencios que no debieron darse, o lo que se perdió en las miradas de complicidad que no existieron puede expresarse con palabras a cuyo destinatario no llegarán jamás.
El acto de escribir al otro nos permite crear un espacio propio en el que de verdad le creemos delante y en el cual sabemos con seguridad que nos va a escuchar serena y tranquilamente, con su mirada puesta en la nuestra y con el alma abierta para recibir lo que nos duele y puede ser sanado.
Aunque nunca les lleguen nuestras cartas…aunque no abran jamás el correo que enviamos desde el corazón…se habrá operado el milagro; la sagrada emoción de ser nuestros por unos instantes en los que nos comprendían absolutamente.

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