Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 30 de agosto de 2012

LA TRISTEZA DEL DESAMOR

Una de las situaciones más tristes se produce cuando uno pierde el amor. Aunque la pérdida siempre tiene nombre y apellidos, parece como si el amor en su estado global y más puro se nos escapase de las manos para caer en un pozo profundo cuyo fondo no vemos.
La pérdida de un amor siempre es la pérdida del amor. Porque cuando uno ama lo hace dentro del sentimiento pleno y de su expresión más pura. Lo hace sin entender  que hay un antes y un después. El que ama lo ejerce en su aquí y su ahora por eso el tiempo pasa rápido y apenas cuenta para los amantes.
Estar enamorado equivale a vivir en el otro desde el afecto intenso, desde la dedicación continua y sobre todo con el ser entero entregado sin condiciones al bienestar de lo que más quieres. Cuando todo esto empieza a dejar de ser, cuando no bulle dentro el saber al otro feliz, cuando pasan los minutos, las horas y los días sin la necesidad de saber que sigue viviendo su vida en ti, entonces el principio del final está demasiado cerca.
Muchas veces lo vemos venir y eso es aún más doloroso porque en este lento tránsito hacia el desamor nos damos cuenta de nuestra apatía para luchar por él; lo que produce unas llagas insoportables cuando somos conscientes de la confusión que hemos sufrido con lo que brotó hacia la otra persona.
Cuando nos damos cuenta de que el término de la relación llega deberíamos replantearnos lo que sentimos en contraste con lo que hemos sentido. Advertir si con demasiada frecuencia se habla de amor sin serlo verdaderamente y si resulta demasiado fácil montar castillos en el aire cuando nunca pensamos cumplirlos.
El desamor nos mantiene en un estado de vigilia con nosotros mismos que alerta al alma y logra situarnos en la retaguardia. En ese lugar de nadie que está siempre dispuesto para quienes quieren observarse. Deberíamos usarlo así. Un tiempo para desnudar el corazón ante nosotros mismos sin la euforia de otros ojos que nos vean, sin el calor de otra pasión que nos invada, sin la tentación de demostrar lo que no somos ni prometer lo que no podemos cumplir.
Por eso, detrás de la tristeza de haber perdido el amor en una parte del camino está la satisfacción de habernos parado en medio de la nada, en la que parece quedar nuestra alma, a preparar los sueños que vendrán a serenarla, porque uno llega a la conclusión de que si la realidad que vive no le gusta siempre está la opción de inventarse la propia. Lo hizo Don Quijote. Eso sí, a riesgo de que nos llamen locos, pero eso no importa ya cuando la mayor locura nos invade: la de amanecer cada día con el corazón vacío teniendo que renacer, una y otra vez de nuestras cenizas, para seguir adelante.
No hay más remedio que rendirnos al tiempo; él nos ayudará a reparar la brecha que ahora pugna por mantenerse intacta hasta que de nuevo el amor logre cerrarla. Es la única confianza en la que podemos estar seguros.

4 comentarios:

  1. Tiene gracia, esta mañana no he parado de hablar sobre el amor y ahí lo tienes, jajaj!.
    Me gusta mucho la conclusión que haces de tu reflexión porque las brechas de dolor suelen ser casi siempre, las mismas, más o menos cicatrizadas.
    Creo que es muy saludable observar después dónde está ubicado el corazón, y dónde el dolor. Porque el amor está ocupándolo todo permanentemente. Un beso con mucho amor.

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  2. !!Xara que bien me siento cuando logro conectar con la prpeocupación del día!!, con lo que mueve a tu alma!...la verdad es que el amor lo inavde todo y siempre...cuando no logramos verlo es que está oculto tras el miedo.
    Un enorme beso también lleno de amor!

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  3. A veces pienso, como ahora e igual que tú, que el Universo me mira, y sabe del crecimiento de las personas lo que cada uno de nosotros necesita. Puedo sentir una de aquellas fases egocéntricas que Piaget describía en los niños, y que tiene un caracter fundamentalmente egocéntrico. Hablar de querer y amar, deseos de dar y deseos de recibir, amor incondicional..., todo esto solamente se puede asegurar desde el propio conocimiento de esos estados. Y tus reflexiones, apuntan muy bien, (porque eso lo sabemos los niños) a la madurez del amor incondicional.
    Un beso y que el fide sea apacible para tod@s.

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  4. Gracias Xara. Efectivamente, los niños aceptan o rechazan en base al amor que se intercambia con lo que llega. Ellos lo saben muy bien sin necesidad de sopesar nada porque no hay otra cosa que el amor mismo en lo que aprecian.
    Me ha encantado que te incluyas entre ellos. !!Yo tampoco quiero perder a la niña que sigue habiendo en mi!!...es ella la que me orienta tantas veces!!...
    Un beso princesa y buen día!

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