EL AMOR ES ALGO SAGRADO

 

Nada hay mejor en la vida que el amor. Amar y sentirse amado; o lo que es igual, cuidar y sentirse cuidado.

Quien ama, cuida. Cuida del amor, de la persona, de las palabras que las unen, de las fragilidades del otro y de sus fortalezas. Cuida de sí mismo para no faltar al respeto a ese amor. No ya tanto a la persona, sino al sagrado sentimiento que existe cuando se produce de verdad.

Recordemos al “Principito” y su rosa bien cuidada cuando la ama. Si solamente la quisiéramos podríamos cortarla para adornar nuestro espacio o a nosotros mismos, pero eso no es cuidar. “Querer” conlleva un acto en si mismo egoísta. Cuando se ama se cuida hasta el último detalle de ese amor para que nada le suceda, para que crezca sano, para que se mantenga limpio.

 

Algo tiene de sagrado el amor; algo que nos invade, nos recorre y nos transforma siempre para mejor.

Si amas no te olvides de cuidar el sentimiento, de alimentarlo, de protegerlo del exterior, de otros, de ti mismo. Cuídalo como si te fuese la vida en ello porque el amor da vida y la mantiene. Da fuerzas y las prolonga. Da seguridad y la perpetua.

Ama sin condición, hasta que duela, como decía la madre Teresa de Calcuta. Pero ama dándolo todo, en la grandeza de la entrega, en lo mejor de ti mismo.

Amar no precisa respuesta. Si es así, te mueves en el terreno del “querer”. Si es amor, lo es sin ninguna duda. Sin ninguna manera de romperlo, sin forma de ultrajarlo.

Si se ama, se ama sin más. Y cuando se ama, la vida te devuelve amor. Tal vez no en el momento, tal vez no como tú querrías o precisarías. Pero lo devuelve seguro.

Ama sin importante el cómo, el dónde o el por qué. Recuerda que las respuestas a esas preguntas nos sitúan en el terreno de lo “querible y deseable”, pero tal vez no en el ámbito sagrado del amor.

Cuando se roza el estado puro de esa cualidad, no hay preguntas. No hay tampoco posibilidad de ir contra él.

Si es amor, lo sabrás.

Sin más.

Sin nada menos, pues sin obligar lo implica todo.