Efectivamente,
el ser humano es un todo. Compuesto de un cuerpo físico que es el vehículo de
lo que sucede en su ser interior, en sus emociones y en su espíritu.
Occidente
solamente ha ido a buscar respuestas en procesos fisiológicos. Trata el síntoma
pero se le escapan muchos aspectos relacionados con las motivaciones socio
emocionales que puede estar viviendo la persona.
Necesitamos
una medicina integrativa que busque más allá, que actúe en otros lados, que
determine de otra forma.
Me
consta que en algunos hospitales del norte de España está añadiendo cursos de
Mindfulness (atención plena, atención consciente en el ahora), como parte del
programa de salud con sus pacientes. Es comenzar por algo que a la larga dará
sus frutos.
Necesitamos
entender el cuerpo y lo que le sucede a partir de lo que nos pasa. De este modo
podremos actuar de manera distinta remediando muchos males de forma definitiva.
Hay
muchos ángulos desde los que ver una enfermedad. La alimentación, el ejercicio,
la forma de relacionarnos, la tristeza, la soledad que sufrimos, el stress, el
distres, el enfado continuo, la queja, problemas con gente de valor cercana y un
sinfín de hábitos mecánicos u ocasionales que explican y permiten una
intervención integral en el dolor, en la alteración de un órgano o en la detección
de una patología concreta que nos suceda.
El
Dalai Llama T. Wangchen, fundador de la casa del Tibet en Barcelona y miembro
de Parlamento en la Unión Europea, apuesta por no ligar las creencias a ninguna
religión concreta para srr feliz y estar bien con uno mismo y con los demás.
Alude
a que todos tenemos miedo que puede superarse con una actitud de aceptación,
gratitud y respeto. Si no “ayudas, al menos no hagas daño”; nos dice.
Lo
importante es ser buena persona y cuidar nuestra salud corporal y mental.
Ambas.
Y
así debemos entender la salud integral.
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