Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 30 de junio de 2018

TODOS VÍCTIMAS, TODOS VERDUGOS



Todos somos de todo. Pasamos por situaciones que ni siquiera podríamos haber soñado. Buenas y malas. Dónde hacemos de salvadores o de ejecutores.

Lo cierto es que la vida te pone en circunstancias en las que nunca pensaste encontrarte y de las cuales pudiste opinar cuando otros eran protagonistas.



Solamente sabemos de nosotros hasta el día de hoy. Creemos que nos conocemos, alardeamos de ser aquello u lo otro; de estar en lo más alto de la moral y en lo supremo de la dignidad y nos sentimos enormes cuando condenamos conductas ajenas en las pensamos que nunca caeremos.

Dejemos la vida pasar. Démosla tiempo. Permitamos que nos ponga a prueba y después observémonos despacio.

Lo importante de vivir es tener experiencias porque son ellas las que nos permiten conocer la medida de nuestra voluntad, nuestra conciencia, nuestra resistencia, nuestra fragilidad o nuestro tesón.

Parece que se nos da muy bien juzgar. Rápidamente sentenciamos y condenamos. Nos falta tiempo para unirnos a las críticas. Lo sabemos todo, entendemos de todo y nos pronunciamos en todo. 

Hemos aprendido que tenemos “derechos” y eso nos insufla una fuerza inmediata con la que arrasamos cuando el fuego arde en otro lado.

Lo mejor es no juzgar. Evitar meterte donde nadie te llama e intentar dejar de arreglar vidas ajenas.

Bastante tenemos con nuestros propios dolores, nuestros fantasmas y nuestros miedos. Bastante con lo que nos ha pasado o con lo que nos ha dejado de pasar. Suficiente con lo no conseguido, con los anhelos perdidos, con los sueños que han escapado, con las promesas incumplidas o las ilusiones robadas.

¿Acaso queremos añadir a esta lista la de otros?¿O tal vez nos sirve para creer que “mal de muchos, consuelo de todos”?.

Nos gusta intervenir en las vidas ajenas; es como si con ello no viésemos que la nuestra es el mejor ejemplo para acallar las críticas hacia otros.

Nos olvidamos que todos somos víctimas, incluso de víctimas. Nos olvidamos que también somos verdugos, aunque  creamos que no somos capaces de empuñar ni un tenedor si es para hacer daño. Pero lo hacemos, sin querer, sin ser conscientes o siéndolo.

Obsérvate. Observa tu vida. Cuéntatela como si fuese una película con otros protagonistas, entonces, tal vez entonces y sólo entonces, te veas cómo eres en realidad. Luego dejarás de ser verdugo. Dejarás también de ser víctima.

 Serás tú.

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