Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 17 de febrero de 2018

EL AIRE VACÍO DEL MIEDO



Ayer oí esta frase: “el miedo es aire vacío detrás de una puerta”…si se abre, nos invade; si por el contrario permanece cerrada, se desvanece.




Todos tenemos miedo y en realidad es una protección. Ante un peligro potencial o real. Lo importante es la medida en el que dejemos entrar ese miedo en nuestra vida. 

El cuánto es la clave. Un poco de miedo puede servirnos para prevenir, para reconducir, para modelar conductas. Mucho miedo nos paraliza o nos hace huir. No sabemos a dónde, ni a veces de qué forma, ni las consecuencias de esa huída, pero salimos sin pensar las consecuencias, solamente queremos evitar el dolor que imaginamos unido a él.

En realidad, todos los métodos de meditación, relajación o atención consciente se dirigen a encontrar una solución para enfrentarnos a nuestros miedos. Herramientas con las que manejar nuestra actitud ante el desasosiego o la ansiedad que producen.

Hay un método difícil de poner en práctica pero bastante efectivo. Se trata de sentarnos frente a nuestro miedo y visualizar aquello que tanto nos asusta en su grado máximo. 

¿Qué sucedería si…? Cómo me sentiría… ¿Ocurriría algo definitivamente aterrador…¿Moriría yo…?... éstas  y otras preguntas se harán presentes, nos acompañarán en el duelo de despedida al miedo que enfrentamos. 

Será duro…al principio, pero iremos rebajando el poder del miedo, caerá su altura y su espesor. Se desvanecerá cuando nos vea acostumbrados a mirarlo de frente. 

Un miedo amigo te hace fuerte. Amplías el espacio en el que crees que están tus límites. Dilatas tu resistencia y aumenta tu voluntad. 

Lo mejor de todo, dejas que pase de largo. Que te olvide. Que anide en otra parte. Y no hay que ser fuertes para vencerlo porque no es una lucha, sino un diálogo en el que logramos convencerle de su marcha.

Después nos sentiremos capaces de invitar al siguiente porque sabremos que los anfitriones somos nosotros y que podemos, por tanto, cerrar la puerta desde dentro cuando se vaya.

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