Siempre
he sido muy agradecida porque todo me parece un regalo, desde la vida misma
hasta los pequeños detalles que la componen.
No
me cuesta nada decir “gracias” y tengo una actitud de apertura hacia la
correspondencia que es muy sencilla para mí. Sin embargo, a mi lado, muy cerca,
conviven personas que no sienten el mínimo atisbo de agradecimiento; no lo
viven como respuesta a lo que reciben ni lo quieren ejercer como réplica de
equilibrio entre a lo que otros les entregan.
Debería
entender a estas personas desde su propia biografía, pero aún reconozco que me
duele su comportamiento y me cuesta entenderlo. No concibo cómo sus ojos no
ven, ni su cabeza no entiende y lo peor, cómo su corazón no sincroniza con nada
ni con nadie; ni con lo propio.
Si
lograse comprenderlo no sufriría esta rabia que me asalta cuando me gustaría
ponerme en su lugar y ser yo la que le pasase la facilidad para hacerlo.
No
me queda más que recurrir a la paciencia. Y eso sí, a reivindicar ante mi misma
la satisfacción de verme capaz de ejercer con sumo agrado un sentimiento que
construye en vez de dejar plano el horizonte.
Me
siento genial cuando agradezco porque eso significa que antes he recibido lo
suficiente como para que esa disposición en mi sea fácil y agradable.
Probemos
a agradecer más y a exigir menos; a no ser a nosotros mismos.
Toda nuestra vida forma parte de un proceso que consiste en despertar Conciencia y solo cuando lo hacemos podemos apreciar el mundo y valorar los regalos que el Universo nos ofrece. Hoy mi gata me ha despertado y si no es por ella hubiera llegado tarde al trabajo y mi día estaría teñido del estrés de mis primeros pasos matutinos. Cuántos recursos a nuestro alcance antes de tirar del primitivo orden "acción-reacción. Después de agradecerle el detalle, jugó conmigo. Saludos y un abrazo afectuoso querida Flor y Nata
ResponderEliminarGracias Xara, me ayuda a serenarme...aunque definitivamente los animales presentan una sensibilidad mucho mayor que los humanos, en muchas ocasiones. Un beso*
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