Hoy he estado repasando las
páginas web que tengo agregadas a mis favoritos. Me he dado cuenta de que
acumulo tesoros que no visito, que no pongo, que no saboreo, que no huelo, que
no veo.
Entre ellas, me he
encontrado el fragmento que aquí comparto. Me ha gustado volver a estas
reflexiones.
Nos hemos alejado mucho de
nuestra esencia, de lo que verdaderamente nos permite vivir lo que somos y como
somos.
Nos hemos ido lejos de nuestras raíces
naturales, de nuestro ser terreno y divino, de nuestra sensibilidad para
sentirnos parte del todo.
Cada vez somos más entes
islas. Cada vez nos ayudamos menos. Cada vez nos importa más lo que nos pasa en
nuestro pequeño mundo y menos lo que sucede en el de al lado. Cada vez somos
menos, con más.
La vida es sencilla. La complicamos
a cada instante por creer que para ser feliz hay que tener en vez de ser. Hay
que ir deprisa en vez de caminar despacio. Hay que hacerlo todo, en vez de
serenarnos en la nada.
Os dejo este trocito de
texto que acabo de rescatar en esta vuelta al baúl de mis webs.
____________________________
“…Olvidamos quiénes
somos en cada renuncia a decir lo que pensamos, lo que sentimos o lo que
deseamos sinceramente.
Olvidamos quiénes
somos cada vez que elegimos no tener en cuenta nuestra intuición y nuestra
coherencia interna.
Y en cada silencio,
cada falsedad, cada renuncia concreta, desconectamos de nuestra propia
naturaleza, de nuestro Ser, y perdemos Poder poco a poco.
Vivimos
tan deprisa y tan distraídos que nuestra alma no tiene espacio en nuestra vida.
(…)
Me acordé de que, en
algunas culturas, el modo de reintegrar el alma con la persona, es un ritual de
cántico. Cada persona y sus seres próximos conocen el “Canto de su alma”, y cuando esa persona está débil o perdida, la colocan en el centro
de un círculo para que vuelva a ella y le dé fuerza y luz. Me hubiese gustado
poder cantarle la canción de su alma a él en ese momento.” (…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario