Domingo anterior
.-Valeria estoy aquí por una misión de la que aún no puedo
hablarte. Tengo que ver a Owen rápidamente pero no quiero perderte. Te
acompañaré al hotel. Te llamaré Valeria, te llamaré de nuevo.
Llamó a un taxi y se encaminaron al hotel de Valeria. Ella apoyó
su cabeza en el hombro de Steve durante el trayecto. En silencio y con la mano
entrelazada en la de la rubia mujer, Steve supo que estaba ante la mayor
aventura de su vida.
Swa palideció cuando vio la cara de aquel hombre. Le conocía.
Supo que nunca saldría de allí viva. (…)
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01_02_2016
.- ¡Uhmmmm…pero si nos volvemos a encontrar mi querida Swa!, no
contaba con esto.- En aquel instante, sacó un cuchillo de filo brillante y
comenzó a deslizarlo suavemente por la mejilla de la mujer china.- Sería una
pena estropear esta preciosa cara…- Swa permaneció inmóvil sin decir nada. El
móvil de Owen seguía a la espera de ser rescatado.
El hombre cerró los ojos por un instante como si quisiese borrar
las imágenes de su memoria.
Swa, en décimas de segundo, clavó su tacón en la parte de su pie
que quedaba al descubierto mientras se agachaba para evitar la reacción de
aquel malvado hombre al que nunca quisiera haberse vuelto a encontrar.
Con gran agilidad volteó su diminuto cuerpo para coger el móvil y
darse a la fuga.
Enfurecido por el dolor, salió tras de ella. Bajaban los escalones
apenas apareados. Alargó su mano para tocar el pelo de Swa que se dejaba caer aterrorizada. Gritaba
fuertemente con la esperanza de que alguien pudiese oírla. Pero aquel caserón
parecía estar vacío.
Rápidamente intentó mover el portón de entrada pero estaba cerrado.
De nuevo, aquel misterioso hombre salido del pasado de la mujer
china, la estrechaba contra la puerta apenas dejándola respirar.
.-¿Creíste que te librarías de mi .¿Lo pensaste porque lo hiciste
una vez?. Aún no has ganado la partida.
-Swa, apretaba el móvil entre la puerta y su espalda.
Steve conocía la nueva dirección de su amigo por lo cual se dirigió
a la consulta del doctor.
Conocía las viejas costumbres que ambos practicaban. Buscó la llave
de la puerta en un trozo del marco que seguramente habría preparado, como
hacían otras veces. Allí estaba. Entraría para darle una sorpresa.
Abrió sigilosamente y comprobó que todo estaba oscuro.
Comenzó a dar las luces para preparar el recibimiento.
Pensó en pedir champagne para brindar por los viejos tiempos,
aunque se sentía molesto. Algo no iba bien.
Descolgó el teléfono del despacho de su amigo. Se dio cuenta de que
estaba manchado de sangre. Lo soltó aterrado. ¿Quizás Owen estaría herido?¿Por
qué no estaba su amigo allí?.
Con un nerviosismo inusitado llamó al móvil de Owen. Estaba
apagado. No sabía qué hacer.
Deambulaba de un lado a otro de la clínica. De repente, se paró frente
a una foto que se escondía en una librería. La cogió entres sus manos sin poder
salir de su asombro. Era ella, sin duda. Nadie podía igual aquella extraña y
delicada belleza.
¿Qué hacía allí?¿Qué relación la uniría al afamado psiquiatra?. No
podía creerlo. Se quedó inmóvil y a penas sin aliento. En un instante volvió a
su pasado sin remedio.
Owen, había llegado a la altura de la casa lo que le permitió oír
los gritos del forcejeo.
.-¡Policía!...llama a la policía!.- le dijo angustiado al camarero.
¡Está ahí!. – Golpeó repetidamente el portón sin éxito.
Las voces cesaron. Todo quedó en silencio; en un extraño y
sofocante mutismo. (…)
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