Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 4 de octubre de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo)



DOMINGO ANTERIOR

Había recurrido tantas veces a amores de plástico que estaba demasiado cansado para aquel nuevo comienzo.

Tenía miedo. Esa parálisis le había hecho perder el control.
Ella le tomó de la mano, cogió su bolso y marcharon caminando muy lentamente a través del inhóspito pasillo.

De nuevo se repetía la historia pero en esta ocasión, Owen nada tenía que ver con Steven. Él necesitaba tanto amor que seguramente cualquier forma en la que lo recibiese sería bienvenida.

El que había sido marido de Swa la había sometido a una auténtica tortura psicológica de la que había salido fortalecida.
Ahora sabía que podría con este nuevo reto. Es más, estaba deseosa de entregar todo su amor a un hombre que lo necesitaba tanto y que movía su compasión de aquella forma tan deliciosamente tierna.

Owen, con la mirada perdida, apretaba cada vez más fuerte la mano de la mujer hasta el punto de hacerle daño. Ella no protestó. Sin decir nada, soltó la mano del doctor y le cogió el brazo para sujetar el tambaleo de su paso.

Súbitamente Owen se desplomó.  (…)

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Domingo 05_10_2015

El episodio del Hospital había quedado atrás hacía muchos meses. Ahora, Swa se encargaba de recibir a los pacientes del psiquiatra mientras éste intentaba poner orden en su vida.

La relación que owen podía ofrecer a la mujer china distaba mucho de ser la de una pareja normal.

Ella se había dado cuenta del desequilibrio del doctor y, paulatinamente,  había logrado que éste le hiciese partícipe de los fantasmas de su vida, aunque aún así guardaba el mejor secreto guardado dentro de sí.

Aquel hombre dislocado e indefenso le profería una inusual ternura que, tal vez, hubiese confundido con amor.

Apenas hacía un mes que la consulta funcionaba. Solamente habían acudido, de momento, dos pacientes: la Sra. Peach y Mr. Henry.

Aquella tarde, Owen permanecía en su despacho repasando la prosopagnosia  del Mr. Henry. No era capaz de reconocer su propia cara en un espejo, ni la de sus seres queridos, a los que confundía con frecuencia. Tenía una disrupción bilateral que le impedía reconocer su identidad. Un caso difícil, sin duda, pero apasionante y lleno de posibilidades de recuperación mediante un trabajo continuado y minucioso.

Le esperaba aquella tarde. Sería la tercera sesión que tenía con él.

El timbre de la puerta sonó repetidamente. Swa abrió cuidadosamente esperando encontrar al paciente al otro lado. No era él. Una mujer atractiva y de gesto petulante preguntaba por el doctor con una familiaridad desconcertante. 

.-¿Desea una consulta?.

.-Owen. Quiero ver a Owen.- Swa se inquietó al instante sin saber muy bien por qué. Era una especie de corazonada. Una intuición certera y demoledora que  hizo temblar de miedo todo su cuerpo. (…)

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