Me he pasado la
vida complaciendo a los demás. Con ello quería ser su fuente de felicidad,
quería proporcionarles placer, bienestar e ilusión. Que estuviesen bien a mi
lado y que lo mejor procediese de mí.
Cuando amo esa
complacencia la elevo a lo infinito. Muero en el intento de que la otra persona
se derrita en la felicidad de estar amando, de que se sienta en una nube de
algodón llena de destellos impredecibles a cual más hermoso, de que se deleite
con el mayor placer…y en ello, me pierdo yo, pierdo mis necesidades, dejo de
recibir lo que preciso y me voy conformando cada vez con menos en tanto que
entrego cada vez más.
Dejo de importarme.
Dejo de colocarme en el lugar que me corresponde y me disuelvo en el otro.
He aprendido de
golpe, como cuando recibes un bofetón que no esperas, que es un comportamiento
erróneo. Que uno no debe dejarse invadir por nadie, ni anularse por él. Que el
amor cuando es tal, entrega sin descanso y recibe lo mismo. Y si efectivamente
no se recibe lo que se da es porque se está en el lugar equivocado con la persona
errónea.
No quiere decir que
ambas personas no sean válidas en sí mismas pero sin duda, no juntas.
Comparto esta
reflexión que tan interesante me parece.
“Deja de satisfacer
las expectativas de los demás porque esa es la única forma en que puedes
suicidarte. No estás aquí para satisfacer las expectativas de nadie y nadie
está aquí para satisfacer tus expectativas. Nunca te conviertas en la víctima
de las expectativas de los demás y no hagas a nadie víctima de tus
expectativas.
Esto es lo que llamo
individualidad. Respecta tu propia individualidad y respeta la individualidad
de los demás. Nunca interfieras en la vida de nadie
y no permitas que nadie interfiera en tu vida. Sólo entonces, un día puedes
crecer en la espiritualidad.
De lo contrario, el
noventa y nueve por ciento de la gente simplemente se suicida. Toda su vida no
es nada sino un suicidio lento. Cumplir esta expectativa, esta expectativa… un
día era el padre, un día era la madre, un día era la esposa, el esposo, luego
vienen los niños, ellos también esperan. Luego la sociedad, el sacerdote y el
político. Por todas partes cada quien está esperando. Y pobre de ti, sólo un
pobre ser humano y todo el mundo esperando que tú hagas esto y aquello. Y no
puedes cumplir con todas sus expectativas porque son contradictorias.
Te has vuelto loco
satisfaciendo las expectativas de los demás. Y no has satisfecho las de
ninguno. Nadie es feliz. Estás perdido, agotado y nadie es feliz.
Hagas lo que hagas,
encontrarán las maneras para ser infelices contigo porque no pueden ser
felices.
La felicidad es un
arte que uno tiene que aprender. No tiene nada que ver con tu hacer o no
hacer. En vez de complacer, aprende el arte de la felicidad.”
Como siempre...,vibramos en la misma frecuencia.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso....!!!!
Así es Xara... Gracias por estar siempre. Un beso***
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