(Domingo
anterior)
Guardé
silencio. Acababa de entender que se trataba de un gravísimo problema de
tráfico de órganos del cual Owen tenía las pruebas.
Sin
duda, estaba en peligro.
Alguien
cortó la llamada. El propio Owen había apretado la tecla de finalización. Ahora
me miraba con un gesto adusto donde se traslucía su evidente enfado.
.-
Marco, ¿qué haces con mi móvil?...ahora tú también estás complicado en este
asunto. No ha sido inteligente por tu parte hacerlo. Ahora no hay remedio.
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( 07-06_2015)
.-Lo
siento mi querido amigo. Solo pretendía ayudar.- dijo Marco con una voz
lastimera y solícita.- Creo que te está atormentando este turbio asunto que no
sale de tu vida. Supongo que tienes una declaración de cada niño que pasó por
aquel infierno, ¿no es así?.- Owen comenzó a caminar por la habitación con la
mirada perdida y las manos en la espalda.
.-
Marco, esa libreta ha causado muchas muertes ya. No la tengo conmigo. No sería
tan estúpido. Pero hay un problema. Después de terminar mis estudios, durante
el verano de prácticas, sufrí un accidente en Viena. Me atropelló un coche y
perdí la memoria durante un tiempo.
.-¿Te
atropelló un coche?¿Quieres decir que fue un accidente fortuito?. ¡Por favor!,
seguramente quisieron quitarte del medio. Dales esa maldita agenda y libérate
de ellos.
.-Sin
duda, lo sé. Pero la libreta ya no estaba conmigo. Algo sucedió en mi cabeza.
No logro recordar dónde la escondí.
.-¿Qué
no sabes dónde está?¿Quieres decirme que no puedes recordarlo?. ¿Se la diste a
alguien?. Owen tienes que recordar qué sucedió o acabarán con tu vida.
Marco
no pudo seguir hablando. El timbre de la puerta no dejaba de sonar mientras
unos golpecitos acompañaban el sonido repetido del mismo. Al otro lado, la voz
chillona de una mujer repetía el nombre del psiquiatra una y otra vez.
.-
Owen!!, abre!!, …Owen, ¿estás ahí?.- Marco reconoció la inconfundible voz de
Nicoleta desesperada por ser la primera en ver la consulta.
Nicoleta
era la mejor amiga de Owen. Habían estudiado juntos e incluso, vivido en pisos
sucesivos de las ciudades a las que les había trasladado. Era una especie de amistad
siempre presente al que ambos estaban muy acostumbrados.
Owen
le indicó a Marco que no quería ver a nadie.
Los
golpecitos en la puerta comenzaron a ser más intensos.
.-Sé
que estás ahí. ¡Vamos Owen abre!...traigo la cena en unas bolsas semejantes a
las que solíamos coger en New York.- Marco le indicó a Owen que se resguardase
en el despacho y se encaminó a abrir la puerta.
.-
¡Nicoleta!... Debiste llamar antes de venir. Owen no está aquí.- Ella metió su
pequeña cabeza por el diminuto hueco que había abierto el genovés pero
rápidamente éste cubrió el espacio de visión que podía quedar tras de sí.
.-
Te he dicho que no está.
.-
No importa Marco. Aprovecharemos nosotros la cena.- Sin decir nada, Marco la
miró indolente.
-
En otra ocasión, tal vez.- Y procedió a cerrar la puerta.
El
pequeño pie de la mujer se apoyó entonces contra ella para impedir que se
cerrase por completo.
.-Marco
querido…sé perfectamente que está dentro y tal vez tenga alguna noticia que
pueda interesarle.
Marco
indiferente empujó con fuerza para terminar de cerrarla.
.-
¡No tan rápido Marco! Quizás quiera saber algo acerca de éste número.- y
diciendo esto le enseñó un largo número escrito en la palma de su mano.
Owen
gritó desde dentro.
.-Déjala
pasar.- Nicoleta esbozó una sonrisa triunfal ante los asombrada expresión de
Marco. Deslizó la puerta con su mano sobre el piso e hizo hueco para que poder entrar. (…)
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