Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 7 de noviembre de 2013

SOPORTAR EL DOLOR



Vivimos en un mundo hedonista. Obviamos la parte mala de la vida y procuramos quedarnos con el instante gozoso o el que esperamos más tarde. Hay poca tolerancia a la frustración. No nos enseñan nada más que a triunfar y el resto, todo lo que quede bajo el umbral de lo deseable, o no es para nosotros o pensamos que no nos llegará nunca.
En la escuela, desde la infancia, tenían que prepararnos también para aceptar lo negativo de la vida, las pérdidas, los fracasos, los errores y las equivocaciones y darle un sentido de poder cuando hayamos aprendido a superarlos. La mayoría de lo peor que nos sucede trae algo mejor añadido. Una opción en la que no habíamos pensado, un nuevo giro a la vida que nunca esperaríamos o simplemente un cambio que se hacía necesario desde hace tiempo y que no nos atrevíamos a dar.
Siempre he pensado que cuando uno no resuelve por sí mismo, la vida lo hace. Tarde o temprano nos pone frente a nuestros muros y sin darnos cuenta, aparecemos hablando con los fantasmas que nos invaden. Por mucho que queramos evitarlo, hay que crecer.
Efectivamente, estamos acostumbrados a oír, que de algún modo, hay que alimentar al niño que llevamos dentro. Es cierto que la infancia aporta toda la frescura y la imaginación creativa que luego perdemos y que convierte en ilusión todo lo que toca. Eso es lo que tenemos que dejar aflorar de nuestro niño interior, sin embargo, estamos obligados a ejercer la madurez desde el autoconocimiento, el dominio de las emociones tóxicas y sobre todo, desde ese amor hacia nosotros mismos que guarda tantos afectos derramados sobre el corazón de todos los que nos amaron entonces, empezando por nuestra madre.
 No estamos acostumbrados a soportar el dolor, por eso cualquier herida, por pequeña que sea, duele tanto.
La paciencia es un don magnífico que habría que cultivar día a día. Saber esperar. Poder aquietarnos y detenernos cuando creamos que no podemos más.
Siempre se puede. Con todo. Siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario