Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 4 de julio de 2013

ATRAEMOS LO QUE TEMEMOS



            Como las cosas que más amamos y más tememos tienden a ocupar nuestros pensamientos gran parte del tiempo, atraemos justamente esas cosas. ¿Alguna vez has echado a perder completamente una nueva muda de ropa la primera vez que te la pusiste? Justo cuando pensabas: "No quiero ensuciar esta camisa nueva tan bonita", y tu bolígrafo empezaba a chorrear tinta dentro del bolsillo superior.
¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir: "En los últimos doce años que tuve mi viejo auto no le hice ni un raspón; pero en cuanto me entregaron mi primer auto nuevo, me empezaron a chocar".  Incluso si decimos "no quiero que pase tal cosa", gravitaremos justamente a eso. Nuestra mente no puede desplazarse en sentido negativo con respecto a las cosas, no puede hacer más que moverse hacia ellas.
            ¿Alguna vez se le ocurrió pensar, en vísperas de un
evento especial o de una fiesta: "Espero no enfermarme porque esto no me lo quiero perder"? . Al final resultó que te enfermaste y te lo perdiste, ¿no es cierto?.

            Estos mismos principios se manifiestan en la pobreza, la mala salud y en su trabajo. Si no paramos de comentar, pensar y leer acerca de "cosas malas", gravitaremos subconscientemente hacia ellas; la gente de éxito se desplaza hacia el éxito. Los fracasados tratan de escapar del fracaso. El más importante principio mental que puede transformar a los
 perdedores en triunfadores es concentrarse en lo que uno quiere; sin embargo, vivimos hablando en negativo, quejándonos de lo que no tenemos y hablando de lo que queremos evitar.

            Es el "Yo puedo" y no el "No puedo", pues al cerebro no le importa lo que sigue después del 'no', él entiende que es 'no'. Eso es un callejón sin salida, debemos concentrarnos en lo que queremos lograr a nivel personal. Cuando tememos perder algo, nos ponemos en posición de perderlo.
            Estas leyes obran con el mismo poder en nuestras relaciones amorosas. Cuando tememos perder el amor de alguien, de inmediato nos ponemos en peligro de perderlo. La moraleja es "concéntrate en lo que tienes y disfrútalo, no pienses en perder lo que posees".   Enfoca tu atención en lo que deseas; si dejas que tus temores te obsesionen, éstos te abrumaran.
           
            En realidad, el principio de atraer lo que se teme es curioso; implica el reto de enfrentar nuestros miedos y mediante ellos superarnos. 

            ¿Cómo podremos crecer si las cosas que tememos se alejan de nosotros?. ¿Cómo desarrollarnos si nunca nos enfrentamos con lo que nos produce temor?. Las leyes universales nos demuestran que podemos vivir perfectamente sin aquello que tanto tememos perder.
           
            Debemos aprender a disfrutar lo que tenemos y dejar de pensar y sufrir por lo que no tenemos. Debemos vivir el presente y vivirlo con tanta intensidad que nada fuera de él nos preocupe porque en realidad, o no está porque pertenece al pasado (que es un tiempo que no existe) o no vendrá porque pertenece al futuro (que aún no ha sido creado).

            Lo que asusta, lo que tememos es precisamente la medida de nuestra fortaleza. Nuestros miedos son a la vez nuestro poder y no hay mejor manera de superarlos que enfrentándonos a ellos, entrando de lleno en sus fauces y manteniendo la calma ante su tempestad…porque en realidad nada puede pasarnos…nada que no tengamos ya antes de lograr una realidad diferente a la que tememos.

            Creer es crear…lo hemos oído muchas veces. Por lo tanto dejemos la mente en blanco cuando se trata de enfrentar el miedo y solamente confiemos en que aún cayendo en lo que tememos seguimos siendo los mismos, todo sigue igual y nada se inmuta a nuestro alrededor.

            Tengamos calma…la que se pueda…un poco más cada vez…iniciemos paso a paso el camino del equilibrio  y en ese punto recibamos con serenidad al miedo que quiera invadirnos, posiblemente se bata en retirada cuando nos encuentre tranquilos esperando lo que quiera decirnos sin alterar un ápice nuestra mirada, con la frente erguida y el pensamiento sereno aceptando lo que venga…tal entonces…nada vendrá.


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