Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 13 de octubre de 2012

EL PRINCIPIO DEL FIN

Me pregunto dónde estará el principio del fin en el AMOR o si realmente puede existir un final si éste es verdadero.
La mayoría de la gente hemos creído vivir grandes amores alguna vez. Estados en los que experimentamos emociones intensas, sensaciones únicas y ese maravilloso convencimiento de que la otra persona te quiere, te cuida y te da toda su protección. Posiblemente haya sido así, en aquellos instantes donde decir “te quiero” era tan  sencillo como agradable y motivador. Pero las pasiones, aunque sean intensas, nada tienen que ver con la corriente de fuerza, entrega y permanencia que supone el amor en estado natural.
Estoy convencida de que si se está en el AMOR nada puede apartarte de él, ni siquiera la otra persona. Cuando se ama el corazón es inundado por un tsunami de dimensiones incontrolables que arrasa toda duda, toda condición, todo debilitamiento. Porque no hay estrecheces en el amor, ni rendijas ni colores gris o aguas tibias. Se ama o no. Y desde esa situación se permanece por siempre o se declina en la renuncia.
No me imagino al amor apartándose del alma por una palabra que no haya gustado, un gesto de desagrado o incluso un acto impropio. Porque el amor todo lo explica, todo lo perdona, todo lo acoge. Y si de amor se trata de verdad, pregunta, consuela, abraza, impulsa, renace…
Todo el mundo tenemos el sueño, unas veces satisfecho y cumplido y otras no, de dejarnos rozar por el amor. Entonces, si nos toca, nos invadirá para siempre y aún en la distancia, aún en el silencio, aún en la ausencia…permanecerá fiel a sí mismo, incondicional, ausente del error, desligado de la desconfianza; creyente y sereno.
Por eso, no hay principio del fin en él, ni tan siquiera límites entre lo posible y lo imposible. Nada se le escapa, nada le es ajeno, nada le daña. Y así imperecedero…camina con nosotros para siempre.
¡Ojalá que nos roce alguna vez con su chispa divina!, entonces seremos dioses de carne y hueso navegando por el sideral espacio infinito de su inconmensurable bienestar.

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