Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 2 de enero de 2012

CONDUCTAS NO VÁLIDAS

La mayoría de nuestras frustraciones, desasosiegos y malestares proceden de conductas que filogenéticamente fueron válidas para nuestros antepasados pero que no son operativas en el contexto social de nuestros días.
         Nuestro cerebro más primitivo, el cerebro reptiliano recoge, en su capa más profunda, la impronta de los mecanismos ancestrales con los que los primates resolvían los conflictos. Es decir, la huída ante el miedo o la lucha frente a la ira. Ambas formas de reaccionar quedaron superadas cuando la evolución humana se hizo presente. El lenguaje asertivo, capaz de modelar las relaciones sociales, permitía disponer todo un engranaje sutil de posibilidades de entendimiento intermedias entre huir o luchar.
         Nuestros verdaderos conflictos, los que nos hacen sufrir hasta la saciedad, proceden, sin lugar a dudas, de las relaciones con los demás. Todos nos hacemos daño aún sin pretenderlo. La forma de asumir ese dolor y responder a él nos causa, muchas veces, mayores perjuicios aún.
         En la infancia reaccionamos con las estrategias de nuestros antepasados, antes aludidas. Si tenemos miedo…nos escondemos o huimos. Si estamos enojados… lloramos y peleamos contra la causa de nuestro enojo. Sin embargo, los padres primero y más tarde la escuela y la propia sociedad, se encargan de manipular nuestras emociones y las respuestas que debemos dar a ellas. De tal forma que comienza a aparecer el concepto del bien o del mal ligado a la forma en la que el niño acata o no, las directrices de sus mayores de referencia. Manipulación en la cual deja de tener éxito la huida o la lucha para transformarlas en recursos poco dignos ante los problemas.
Este comportamiento, aprendido desde la infancia, nos lleva a
abdicar, a favor de nuestros manipuladores, nuestra dignidad y el respeto por nosotros mismos, incluso la posibilidad de gobernar nuestra propia existencia o nuestro derecho a controlar nuestro propio comportamiento.
Tales creencias constituyen la base de la mayoría de las maneras en que otras personas, más tarde, nos manipulan para que hagamos lo que ellas quieren. Perdemos las estructuras asertivas básicas como individuos a través de las cuales poder conectar con otras personas por medio de la confianza, la comprensión, el afecto, la intimidad y el amor.
         Si no podemos expresar esta individualidad que nos constituye, rápidamente la confianza cede el lugar a la sospecha, la comprensión degenera en cinismo, el afecto y la intimidad se desvanecen, y lo que llamamos amor adquiere tintes ácidos.
El primer paso para mostrarnos asertivos es darnos cuenta de que nadie puede manipular nuestras emociones o nuestro comportamiento si nosotros no lo permitimos.
Buen comienzo para el nuevo año.

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