Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 13 de octubre de 2011

ANATOMIA DEL MIEDO

No conozco barrera más poderosa que el miedo. Lo que el miedo consigue no lo logra ningún factor más. Hobbes escribió una terrible frase que podríamos, tal vez, repetir todos: “El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo.” Posiblemente un hilo conductor de la humanidad es el afán de liberarse del miedo, de buscar la permanente seguridad fuera del temor. La política ha utilizado el miedo como herramienta de poder en muchas ocasiones. Pero el miedo también está a la base de las religiones, que de una forma u otra, nos proporcionan sistemas, modos y maneras de protección contra lo que tememos, a la vez de que lo han utilizado sin decoro, otras veces, para someter los comportamientos ante el terror a la respuesta de la divinidad. Vivimos entre el recuerdo y la imaginación, entre fantasmas del pasado y fantasmas del futuro, reavivando peligros viejos e inventando nuevas amenazas, confundiendo realidad e irrealidad, o sea, hechos un lío. Para colmo de males, a veces tenemos miedo al propio miedo. Es cierto que el miedo pertenece a nuestro sistema defensivo y que nos hace huir a tiempo o evitar males previsibles. El miedo, sin embargo, se expande como una enfermedad porque es una emoción contagiosa y demasiado frecuente en nuestros días. Pero es necesario que nos paremos ante nuestros miedos, les reconozcamos e identifiquemos de dónde proceden. Muchos, la mayoría, están enraizados en la niñez. ¡Ah, qué importante es la niñez!.
Para comprender cómo se han instalado los miedos en nosotros, debemos retroceder a nuestros padres e incluso, más allá, a los padres de nuestros padres…y conocer cómo fueron tratados ellos en los miedos. De qué forma les asustaron, cómo vieron fantasmas donde solamente había oscuridad. Recordar los miedos que ellos tenían pegados a su piel y cómo con una facilidad no consciente, nos traspasaron lo que estaba normalizado en su conducta. No podemos juzgarles porque frecuentemente todos somos víctimas de víctimas. Pero sí nos ayuda conocer cuál es el origen de los miedos irracionales que podemos identificar y comprender que no son nuestros, sino que nos los cedieron como si de un objeto se tratase. Buena noticia si consideramos la opción de haber sido integrados en algún momento a nuestro código de comportamiento pero que no constituyen su fundamento. Podemos deshacernos, entonces, de ellos. Poco a poco…teniendo la valentía de enfrentarlos y creyéndonos capaces de conseguirlo.

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