Entre tu locura y la mía
hay un mar de silencios,
varados en el alma de jirones rota
y en carne viva, llena de lamentos.
Que se quiebren las palabras
al paso de los muertos,
que se ahogue la pena,
aunque el fuego sea perpetuo.
Y revivan mis días
de rosas y contentos,
que se acabe lo gris y lo negro.
que llegue la noche y el llanto
no vista mi cuerpo,
que abra los ojos y me despierte,
llena de azarosos besos.
Que atrás quede la tristeza
confundida entre las hojas secas
de cualquiera de tus entuertos.
Y que sin trampas ni laberintos eternos,
pueda gritar, sin palabras al viento,
Que quiero a otro y en otro pienso.
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