Sonríes siempre cuando me caigo
Y lanzas palabras yertas
En lo más aciago.
Te rindes siempre ante la muerte
Por ser de otros el cargo,
Vomitas palabras vanas
Sonidos roncos y vaciados.
Te caes y levantas,
Te empuje el viento o el diablo.
Nunca he visto en tu cara
Lo dulce del halago,
Porque nunca fue tuya
Ni la ternura ni el cariño sano.
Cuando niño hirieron fuerte
Tu corazón de manzano,
Y luego no pudiste
Volver los ojos con agrado.
Que no fuiste verdugo,
Que fuiste víctima,
De otros tiempos o de otro malo,
Que así quedó en tu boca
El sabor agrío
Del vino amargo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario