EL SENTIDO DE LA VIDA

 Cuando algo nos sacude uno vuelve la mirada a la cuestión, siempre presente, de qué sentido tiene la vida.

 

         El sentido de la vida es perpetuarse. Aunque suceda el mayor desastre nada impide que siga.

              La vida es un inefable. El mayor de los misterios y la madre de todo. No se puede definir, hay que ir buscando, poco a poco, ese sentido en todas y cada una de las experiencias que tenemos.

 

         Nadie avanza sin estímulos si no se le impulsa. La vida no la poseemos, ella nos contiene.

 

         El sentido de la vida viene definido, de alguna manera, por la búsqueda de la felicidad. Ningún padre ni ninguna madre puede querer un hijo triste, ni traerlos a un lugar donde no exista, por alguna parte, la felicidad. La vida es una oportunidad de “gozo”, desaprovechada o no pero de gozo.

 

         El sufrimiento sucede, como suceden las tormentas; tal vez tenga una causa secreta que puede ser el crecimiento. El sufrimiento ayuda a crecer como el alimento también lo hace; pero tiene que ser bien digerido porque cuando no se digiere se enquista, se transforma en re-sentimiento y entonces nos deteriora y enferma, física o psíquicamente.

         Con el corazón y el alma sucede, cuando la gente no quiere sufrir, como con los estómagos de la gente que no come; se van reduciendo, achicando cada vez más hasta que dejan de sentir.

 

         Si de laguna forma creemos en “algo” después de cruzar la línea de la vida, ésta no tiene precio, sino solo un valor inmenso. Si sirve para instalarnos “ mejor” en la “otra”, el valor de esta vida es absolutamente maravilloso porque con esta, entonces, ganamos la eternidad.

 

(Reflexiones basadas en la entrevista de Jesús Quintero a Antonio Gala- Canal Sur 1991)