A MI QUERIDA TRISTEZA
A ti, mi extraña compañera,
A esas horas en las que
me siento muerta,
A tu áspera compañía
y a tu llegada por sorpresa,
a los momentos en los que me ahogas,
a esas locas vueltas de mi cabeza,
a la niña que desde dentro te llora,
Y a tu amarga benevolencia.
A las horas muertas
En las que sola
me dejas en la alfombra, yerta.
A esa cara oculta,
en la que te transformas, lenta.
A tus apariencia de princesa,
Y a tus actos que me devoran,
Sin compasión ni diligencia.
A ti amiga y compañera,
Casi amante de mi corazón en pena,
A ti y a los ratos que conversamos
Tragándome las lágrimas,
Sonriéndote placentera,
Por ver si siendo mi amiga,
En un rato descuidado, te alejas.
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