Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 7 de mayo de 2019

¿ERES BUENA PERSONA?


Nos han educado para ser buenos. Te insuflaban toda clase de sentencias en las solamente se consideraba a los demás.

“Tienes que ser bueno”, “no molestes a los demás”, “que nadie diga que eres tú el culpable”, “ayuda a los demás”…deseos, imposiciones, sugerencias…que iban calando en cada sensibilidad de forma distinta.

 Resultado de imagen de cara de bueno oleo

No en todos cae igual la semilla; no siempre el resultado es el que se pretende y tampoco sé si es el adecuado.
         Nos enseñaron a “cuidar” a los demás, a “cuidar” la imagen, a “cuidar” el lenguaje, a “cuidar” el tono, las formas, las maneras y los modos, y ahora tenemos que desaprender.

         No es que esté mal tener en cuenta las buenas palabras de padres, profesores y otras personas, que en nuestra infancia se encargaban de poner las bases del adulto que seríamos, pero lo cierto es que se olvidaron de decirnos que nosotros importábamos, que estábamos ahí para ser fuertes, estar comprometidos con nosotros  mismos, ser agradecidos, valientes y sobre todo, querernos; querernos mucho para no tener que depender de otros afectos en los que quedemos atrapados sin poder gestionarlos desde una dimensión sana.

         Se olvidaron de que aprendiésemos a ser personas seguras, con criterio, con carácter y con capacidad de trascender aquello que nos viene mal, que no nos hace felices o que destruyen nuestra estima.

         Se olvidaron de hacernos sentir valiosos, de educar desde el refuerzo positivo, de enseñarnos a tomar decisiones, de aprender a decir No o a defender nuestro Sí.

         Estamos entre dos aguas. La vida serena, rutinaria, llena de normas respetadas, de sentimientos encogidos, y de deseos reprimidos o la emocionante existencia que brinca entre la rebeldía de saltarse las normas y la inquietante sensación de no saber qué pasará ante determinas decisiones que rayan en lo desbaratado. 

         Optar por un modelo de personalidad no depende de nosotros porque en realidad nacemos con una predisposición que nos hace tomar la realidad a nuestro modo. Y no hay madre, padre, maestro o cura que pueda remediar lo que los genes traen consigo.

         Todo tiene su precio y si a la vida rutinaria le sigue la factura del tedio, a la azarosa le acompaña la del desasosiego.

         Pero por debajo de cualquier estilo de encarar la vida me quedo con seguir siendo buena persona. De esas que no se preocupan del qué dirán, pero tampoco se meten en la vida de nadie.
         ¿Cómo te ves tú?
        

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