Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 7 de febrero de 2016

VIAJE A ÍTACA ( Relato del domingo)



DOMINGO ANTERIOR

Owen, había llegado a la altura de la casa lo que le permitió oír los gritos del forcejeo.

.-¡Policía!...llama a la policía!.- le dijo angustiado al camarero. ¡Está ahí!. – Golpeó repetidamente el portón sin éxito. 

Las voces cesaron. Todo quedó en silencio; en un extraño y sofocante mutismo. (…)

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Relato del domingo 07_02-2016

(…) Swa permanecía estampada contra la pared con el cuerpo de aquel hombre pegado al suyo. 

Hábilmente, logro introducir el móvil de Owen entre la cinturilla del pantalón y su piel. Apenas al instante, la boca de aquella repugnante sombra del pasado se estrellaba contra la suya. 

Sin  moverse, se vio obligada a forcejar, sin éxito, no pudiendo evitar que entrase en ella la lengua áspera y espesa del astuto personaje.

La removía en su interior de forma obscena. Estaba a punto de desmayarse cuando un súbito vómito llegó hasta ella.

.- ¡Agg!, zorra!. Te costará caro.- Las sirenas de la policía comenzaban a sonar desde lejos.

.-Están ahí. No conseguirás nada.- El espectro comprendió que la situación se había vuelto en su contra. No se había percatado de que el móvil estaba en poder de la mujer china por lo que abrió la puerta y la empujó al exterior, tirándola en el suelo. 

Owen que esperaba ansioso la recogió entre lágrimas y quejidos angustiosos.

.-Mi querida Swa. ¿Estás bien?. ¡Maldito! ¡Pagarás por esto!.-Con suma inteligencia, la mujer china le dijo al oído.
.-Rápido Owen, vámonos de aquí. No puede enterarse la policía de todo esto. Todos tenemos mucho que perder.- El camarero ya había huido para entonces.- Owen perplejo y asustado paró al primer coche que pasaba en aquel momento.

.-¡Alto!, por favor. ¡Alto, es una emergencia!.
El coche paró más adelante. Dio marcha atrás y se detuvo a la altura de la pareja.

.-¿Puedo ayudarles?.

.-Pagaremos lo que sea. Necesitamos regresar a casa.- Les hablaba una mujer madura con gafas de sol. No parecía normal que las llevase por la noche. Su voz era poderosa y firme.

.-Suban a la parte de atrás y díganme hacia dónde tengo que dirigirme.- No hizo preguntas. Todo parecía una maravillosa casualidad que por fin el destino les concedía.
Owen le indicó la calle.

.-No quiero preguntar nada. Pero por el aspecto de la señora supongo que están metidos en un buen lío.-
Swa apenas podía articular palabra. Tomó fuerzas y respondió evasivamente a la mujer.

De repente paró el coche. Se volvió hacia la pareja y se quitó las gafas. Solamente tenía un ojo. Los dos se impresionaron irremediablemente.

.-¡Oh por dios, lo siento!.- dijo Owen.- La cicatriz era repúgnate. No tenía un ojo de cristal sustituto, ni siquiera lo tapaba con algún parche. 

Se mostraba con una arruga informe con diminutos bultos negruzcos sobre ella. Una cicatriz imposible de olvidar.

.-A mí también me han hecho daño. Demasiado daño.- dijo la mujer con voz amarga.- Tal vez pueda ayudarles. Soy una persona influyente ahora. -Swa y Owen se miraron desconfiados.

.- Agradecemos la amabilidad, pero no tenemos nada que contar.- La mujer no se dio por vencida.

.-No quiero entrometerme en su vida, pero es obvio que algo grave les está pasando. Déjenme al menos oír lo que les ocurre. Posiblemente sólo eso les sirva de ayuda.

.-Owen animado por la piedad que la extraña mujer parecía regalarles, comenzó a relatar la historia desde el principio. 

No habían pasado apenas unos segundos cuando Swa les interrumpió.

.-Por favor, llévenos a nuestra casa.- Revolvió en el bolsillo de su pantalón y sacó un puñado de billetes; suficientes para que la mujer quedase pagada por lo que parecía gesto tan altruista.

Se colocó las gafas de nuevo. Volteó su cabeza hacia delante y arrancó el coche.

El resto del camino nadie pronunció una sola palabra. A los pocos minutos se divisaba el portal de la clínica de Owen. La mujer fue reduciendo la marcha.

La pareja se apretó las manos en señal de victoria. Estaban en casa y con el móvil en su poder. Al fin habían tenido suerte. Una suerte que duraría muy poco tiempo.

El coche parecía detenerse. Sin embargo, la mujer cambió de idea y aceleró repentinamente. (…)

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