Domingo
anterior (Relato)
.-
¿Le han dicho alguna cosa?
.-
Solamente que le dijese al señor que ha comenzado “la cuenta atrás”. –Steve
palideció. Salió apresuradamente en busca del teléfono que reclamaba aquella
misteriosa voz que no se había identificado. Aún le dio tiempo a preguntarle a
la asistenta.
.-
¿Era voz de mujer?.- La asistenta movió la cabeza asintiendo. Steve comenzó a
sudar nuevamente. Cogió el teléfono tembloroso para encontrarse, tras tantos
años, con aquella alevosa mujer llena de odio.
.-
¿Eres tú?.- Nadie contestó. El abogado comenzó a repetir esta frase cada vez en
voz más alta. No hubo respuesta en ningún caso. No era necesario. El mensaje
estaba dado. Ahora sabía que debía llamar a su amigo sin remedio. (…)
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Domingo
15_11_2015
Owen,
a mucha distancia de aquella escena, movía aquella hebilla agitadamente entre
sus manos. La apretaba fuertemente mientras miraba con fijación al desvalido
espectro de un hombre que solamente vivía en el pasado. No le inspiraba pena,
sino asco.
Rememoraba los tocamientos a los que
sometía a aquellos pequeños estudiantes que acudían a él. Sus engrosadas manos introduciéndose en aquellos ajustados y
raquíticos pantalones de los pequeños estudiantes y esa forma suya de rozar la blanca piel
inocente de los objetivos de aquel pervertido.
La
hebilla comenzó a clavarse en su piel y logró traspasar la carne de la palma de
la mano. La sangre fluía ahora a
borbotones. Se levantó lleno de ira y restregó, por la inerte cara de Sr. Henry,
aquella sangre que sellaba una sentencia de muerte jurada por Owen hacía mucho
tiempo.
Mientras hacía esto, la mujer que acompañaba al
anciano, horrorizada se había desmayado sobre el sillón.
.-Mira, mira como te restriego esta sangre sobre tu
apestosa cara. ¿Te acuerda de la sangre que nos hacías cuando abrías camino con
ella entre nuestras piernas?. Ahora seré yo el que te haga probar tu medicina.
El teléfono de Owen comenzó a sonar
ininterrumpidamente. Dejo que el contestador saltase, pero la insistencia del
mismo hizo que lo cogiese.
La voz de Steve al otro lado le inquietó aún más.
.- Mi querido amigo es un código blindado.- Owen se
sintió aliviado. Su amigo le ayudaría a eliminar a aquel monstruo sin ninguna
piedad.
.- Le tengo aquí Steve, frente a mí. Es un vegetal para
el presente, pero tiene el pasado intacto en su memoria y aquel disfrute del
que tanto gozaba cuando nos torturaba.
- ¡No lo hagas Qwen!. Ese es no es el camino
- Lo es ¡ Te aseguro que lo es!. Me va a producir un
inmenso placer ver cómo reacciona cuando esta hebilla abra el camino del dolor
dentro de su cuerpo.
Se retorcerá pidiéndome clemencia…la que él jamás tuvo
con nosotros.
-dejaré el teléfono aquí cerca para que oigas sus
gritos…unos alaridos capaces de descomponer tu cuerpo pero de alegrar tu orgullo.
- ¡Owen no lo hagas!…estoy nervioso y me sudan las
manos. Habrá otras maneras de vengarnos.
.-Las habrá y ésta no será la única…pero hoy empezaré
por ella.- Desde del auricular del teléfono Steve comenzó a oír cómo Owen
arrastraba la silla de aquel deshecho de hombre indigno y los chillidos ahogados
del asustado bastardo. Oyó cómo el doctor le decía sin reparo.
.-¿Te acuerdas de esto?, ¿te acuerdas mal nacido?,
¿recuerdas qué hacías con ella?:.. En pánico se había apoderado de la voz del
sr. Henry y apenas podía balbucear, repetidamente, una negativa que se acercaba
a una súplica rogatoria.
.- ¡Bájate los pantalones!, ¡Vamos! (…)
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