El otoño nos anuncia nuestras ganas de
calor humano, de ser abrazados, de sentir caricias juguetonas sobre la piel, de
miradas que se encuentran después de haber estado perdidas en olvidos de otros.
De olor a café caliente recién hecho, de
aroma a tierra mojada, de cielos nublados que nos regalan lluvias refrescantes
y dulces. De rayitos tímidos de sol que eligen nuestro rostro para regalarnos
un puñadito de paz.
¡ Bendito otoño que vienes a rescatarnos
del tedioso verano agonizando en nuestras ganas de sentir el deseo, de nuevo,
de arroparnos junto a un beso.!
Os dejo este poema de Octavio Paz para deleitarnos
con los colores sonoros del otoño y en su cálida melodía.
En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!
Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...
Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario..
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!
Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...
Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario..
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