Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 4 de junio de 2015

MADUREZ EMOCIONAL



“Madurez es lo que alcanzo cuando ya no tengo necesidad de juzgar ni culpar a nada ni a nadie de lo que me sucede.”
Anthony de Mello

¡Me ha gustado mucho, lo comparto para comenzar con fuerza el día!

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La madurez se asocia, generalmente, a la edad cronológica y a los años de experiencia en la vida. Sin embargo, cuando se trata de madurez emocional, la edad puede tener poco que ver en esto.

Madurar significa entender que entender que ha llegado ese punto de la vida en el que comprendes que no puede haber un amor más poderoso QUE EL AMOR PROPIO.

Significa que has aprendido a aceptar lo que viene y a fluir ante la vida.

Como es obvio, la madurez emocional no surge de la nada, sino que requiere de trabajo, de esfuerzo, de voluntad y de ganas de mirar en nuestro interior. Porque no solo es tener la cabeza amueblada, sino también el corazón. A continuación os indicamos Características de las personas emocionalmente maduras:

  Saben decir adiós.
Hay que entender que la mayor parte de nosotros tenemos miedo a las alturas, sobre todo cuando son emocionales. Por eso, es natural que tengamos vértigo cuando se trata de soltar las cuerdas y dejar que la vida fluya.

Pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor hace que, como se suele decir, nos duela el alma. Nos impide soltar, dejar ir. Y nos sume en el pánico a un abismo que nuestros ojos se empeñan en ver demasiado profundo.

Las personas emocionalmente maduras saben que la vida es mucho mejor si se vive en libertad. Así que, dejan marchar lo que ya no les pertenece, pues comprenden que mirar al pasado nos impide cerrar etapas y cicatrizar nuestras heridas emocionales.

Pueden mirar, sin dolor, hacia su pasado emocional
Limpiar el dolor de nuestro  pasado es absolutamente necesario para poder avanzar en nuestro camino emocional. Las malas hierbas crecen rápidamente, por lo que, si no limpiamos nuestra senda, no podremos ver lo que hay a continuación.

Las personas emocionalmente maduras conocen la importancia que tiene vivir en el presente, superando y aceptando lo que sucedió. Lo que pasó, pasó; y, de una forma u otra, tenemos el derecho de aprender de ello y seguir.

Dejando de revisar nuestro interior no conseguimos escapar de él, sino permitir que lo negativo de nuestro pasado maneje a su antojo nuestra vida presente. Y esto, por supuesto, resta espacio a lo positivo y, además, duele. Duele mucho.

Es por esta razón que, cuando hemos aprendido lo suficiente de nuestro dolor, quitamos el miedo de mirar hacia nuestro interior para sanar nuestro pasado emocional y subir un nuevo escalón en la vida.


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