Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 1 de junio de 2015

HAY MUCHAS SOLEDADES PRESENTES



Hoy comentaba con una alumna la gran cantidad de soledades  individuales que hay entre tanta compañía. Pensaba que uno está solo tantas veces que incluso los otros presentes no pueden llenar los vacíos solitarios del alma.

Hay soledades físicas que no se notan porque podemos estar solos, pero plenos. 

Hay soledades por circunstancias que quisiéramos remediar o soledades por extrañeza y desajuste con la realidad que nos toca vivir.

Estamos solos cuando algo se revuelve en el estómago de continuo y ese algo, que no podemos definir, nos urge a buscar con que llenar los huecos de ansiedad que se dispersan en el interior.

En la base de toda soledad sentida hay miedo. Temor a no tener quien se preocupe de nosotros, a carecer de afecto, a no tener una persona cerca a la que poder contar lo que nos sucede o simplemente notar su presencia y conformarnos con ello. 

Las carencias a las que me refiero se sufren también en compañía por eso, estar acompañado físicamente, no es una garantía de nada. 

Ves a las personas que viven contigo moverse de habitación en habitación, cruzar una palabra de vez en cuando o solicitar alguna cosa. 

A veces, con eso nos conformamos. Lo cierto es que necesitamos más y cuanto más lo necesitamos parece que menos lo tenemos.

Estamos instalados en la ya famosa “zona de confort”.
Seguros pero insatisfechos. Tranquilos pero deseosos. Templados pero ansiosos.

Todo un cúmulo de sentimientos ligados a la seguridad de lo conocido que pierden sentido ante las posibilidades que se despliegan  cuando hacemos cosas diferentes por caminos distintos.

Debemos darnos oportunidades para ser felices o, al menos,  concedernos la satisfacción de equivocarnos de nuevo y seguir creciendo.

Nada es para toda la vida. Eso es una falacia mal inventada y peor llevada a cabo.

Las relaciones tienen un sentido cuando ambos crecen en ellas. Cuando uno es el espejo del otro y ambos pueden ver sus debilidades y defectos mejorándolos. 

Si eso termina, si realmente se involuciona es mejor elegir el camino en el que poder encontrar la paz, aunque esto signifique pasar amorosamente por una soledad profunda. 

Hay un orden perfecto en el caos que tiene un sentido pleno cuando miramos retrospectivamente y podemos unir los puntos.

No pasa nada. Todo está bien.

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