Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 24 de febrero de 2015

LA PREDISPOSICIÓN



Estamos muy acostumbrados a presuponer. Tendemos a recreas escenarios que no existen. Hacemos crecer  a nuestros fantasmas en un instante y siempre, tendemos a adelantar desgracias que rara vez suceden.

Nuestras percepciones, la forma que damos al mundo dentro de nosotros, pueden predisponernos a adoptar actitudes que mantienen un escenario inexistente. Lo peor es que alguien paga por ello.

Veamos este ejemplo del relato.

“…Un hombre quería colgar un cuadro. Aunque tenía el clavo le faltaba un martillo. Su vecino tenía uno. Así, pues, nuestro hombre decidió pedir al vecino el martillo prestado.

Sin embargo, rápidamente le asaltó una duda: 

¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero, quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se le habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo.
   Así nuestro hombre salió precipitado a casa del vecino, tocó el timbre, se abrió la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir «buenos días», nuestro hombre le grita furioso: “¡Quédese usted con su martillo, estúpido!”.

Efectivamente, nuestra mente, el diálogo interior que mantenemos con nosotros mismos y esa especie de gigante gruñón que nos grita desde dentro hace que imaginemos realidades desbordadas que solo existen en nuestra fantasía.

Lo peor, que actuamos en consecuencia. Lo mejor, saber que nos sucede, al menos queda la esperanza de poder remediarlo.

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