Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 17 de febrero de 2015

EL CASTILLO ROSA



“Una vez, en un pueblo cercano, el reinado organizaba eventos y fiestas que mantuvieran al pueblo animado. Uno de ellos era el concurso de la mejor y más grande hortaliza. 

Joan, tuvo la fortuna de producir el más grande zapallo de la comarca, así que con una enorme fiesta local, con banda de música y todo, lo pusieron dentro de un vagón de ferrocarril, que lo llevaría al castillo del Rey, para recibir su premio. Por haber cosechado el más grande zapallo de la región, que lo había quitado del anonimato.

Banda de música, lamía sus oídos.  Allá fue Joan. Hinchado el corazón y el pecho de orgullo. Vería al castillo, vería al Rey y contaría todo a sus pobres vecinos que no tenían su inmensa suerte.

Cuando llego al castillo, entro por una puerta lateral, después de preguntar a un guardia. Y a un asistente en una pequeña mesa en un salón rosado, se presentó y preguntó qué debería hacer.
-Esperar, le dijo el amanuense.

Y eso fue lo que Joan hizo. Esperar. Durante el primer dia la sed y el hambre, lo acosó. Durmió en la banca que le tocó en suerte encontrar liberada. Durante el segundo y tercer día, ya había hecho migas con un compatriota, con el cual se turnaban para conseguir algún emparedado fuera del castillo, y algo de beber. Los asistentes llamaban continuamente a personas que esperaban para efectuar tramites, firmas y esas cosas administrativas.
Joan, ya había desesperado de ser recibido por el Rey, pero se mantuvo firmen, aunque desencantado. 

Finalmente, lo llamaron. Le hicieron firmar un papel sobre una tablilla, le entregaron una medalla de mediano tamaño, y ni siquiera lo despidieron. El asistente dió rápidamente media vuelta y se alejó.

Joan, parado en medio de esa nave, rodeado de cientos de personas, se encaminó hacia el transporte que lo llevaría de vuelta a su pueblo. Viajó en silencio, apesadumbrado, pero se animó un poco cuando llegando a la estación de su localidad escuchó, así a lo lejos - una música que lo esperaba.  Eran sus vecinos que sabían -no se porque motivo- que Joan volvía al pueblo.

Lo recibieron con halago -que Joan escucho no muy convencido- y entonces el alcalde le preguntó delante de todos: ---Y, Joan...¿Cómo es el castillo de Rey.?

Joan, sacó débilmente un poco de pecho, y respondió:
El castillo ?...Es todo color rosa.

Eso es lo que Joan vio. La antesala de un castillo. Sin conocer todo lo que conlleva si uno se adentra en él.

…”Como la vida. Como las nuevas amistades. Los nuevos trabajos. Las nuevas ciudades. Los nuevos amores…nunca todo es de color de rosa…pero no olvidemos que lo conocido tampoco lo fue”.

1 comentario:

  1. Muchas veces pasamos por el castillo de la vida sin percatarnos de la dimensión del mismo; caminamos con la cabeza baja pendientes del proximo paso sin levantar la vista al esplendor que nos acompaña.

    Igual sucede con nuestros semejantes sean familiares, amigos y aun extraños con quienes escasamente nos relacionamos, a quienes solo el saludo prodigamos y pasamos de largo sin penetrar en sus castillos y mas triste aun sin mostrarles ni compartir las maravillas propias y ajenas de los nuestros.

    Una lección digna de esculpir.

    NN

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