Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 5 de junio de 2014

EXPRESIONES ABSURDAS



Siempre me ha chocado las expresiones típicas que se han formado en base a contarios imposibles. No hay idea más absurda que la que con una misma locución pretende dulcificar lo inadmisible. Veamos por ejemplo:

·       “ Perdono pero no olvido”
·       “Guerra Santa”
·       “Envidia sana”
·       “Mentira piadosa.”

Comencemos por la primera. ¿Se puede olvidar algo que uno ha vivido implique perdón o no?. El perdón nunca podrá ir de la mano del olvido, a lo sumo, podemos evitar recordar con rencor, pero nada más. Lo que se ha experimentado, lo que ha dolido, lo que supuso tristeza, lo que caló hondo, lo que nos retorció, no puede olvidarse; tampoco lo que se gozó. Nada se olvida y por tanto ese aspecto no es determinante en el hecho de perdonar o no.

         ¡Sobre la Guerra Santa qué podemos decir! Cómo se puede santificar la destrucción, la muerte, la tortura, la persecución, el asedio, la injusticia…y todo lo que cabe en la palabra “guerra”. 

La santidad es un estado de bondad perpetua en la que cual solamente caben la virtudes: la caridad, la compasión, la indulgencia, la tolerancia, el altruismo…y un sin fin de cualidades más alejadas de la batalla.
Tampoco podemos considerar sana nunca a la envidia. La rivalidad, los celos o la competencia, indignas jamás serán sanadoras. Por lo tanto no cabe tratar de suavizar el contenido de la palabra principal con otra que se opone diametralmente.

Por último, qué mentira puede evocar la piedad. Por pequeña que sea nunca puede promover la verdad, ni acercarse siquiera  al encuentro con la realidad. La mentira siempre será mentira. Posiblemente admita, según el propósito y la intención con la que se emita, alguna gradación solamente excusable en los casos en los que la vida se acaba y se sabe que la persona prefiere terminarla con un engaño, que por otra parte no creo que se produzca en realidad.

Los contrarios se pelean. No estoy de acuerdo con la afinidad entre polos opuestos. Siempre se acaba por penar las diferencias y en instantes inmediatos puede producirse auténticos encontronazos de irremediables consecuencias.
Nos acabamos separando, de algún modo, de lo que es radicalmente contrapuesto y el resultado siempre es el mismo; uno camina en solitario como la mejor medida ante lo que nunca acaba de encajar con nosotros. Igual pasa para estas palabras dicotómicas. Siempre parecen disonantes y destempladas.

Yo tengo cuidado de no utilizarlas. Chirrían en mis oídos y estallan ante mis ojos.

  Al menos, separadas, tienen sentido.

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