Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 25 de octubre de 2013

EL OMBLIGO DEL MUNDO



 Hay personas que se creen el ombligo del mundo. Gente prepotente y descarada que va adelante arrasando a los demás y vistiendo del color del triunfo sea lo que sea o quién sea, lo que caiga.
         No entra en mi corazón actitudes tan despiadadas como las de algunas personas que corren tras su objetivo sin importarles nadie ni nada. Son una especie de depredadores, de tiburones con fauces infinitas que todo lo engullen y que si reciben una pequeña contrariedad se revuelven  serpenteando sobre su ponzoña para seguir adelante con su presa.
         Creerse el centro del universo es tan malo como ubicarse en sus antípodas. La sobreestima propia llega a ser tan dañina como la baja autoestima y peor aún si ambos comportamientos se balancean en una misma persona. Ésta es gente dolorosa. Personas que causan daño gratuito solamente porque otros no sean felices. Gente sin alma que no se ablandan con la pena ajena ni con nada que no represente el beneficio propio.
         Me cuesta ceder a mi tozudez y desmontarme del tópico de que “todo el mundo es bueno”. Me cuesta estar con la espada levantada, la puerta medio abierta y el escudo en alto. Me cuesta reconocer que me engañan, pensar que por detrás de la sonrisa hay veneno que va directo a eliminar lo que molesta. Me cuesta aún, mirar a los ojos y divisar la niebla, pero sobre todo me cuesta hacer opaca la transparencia que me recorre en la mayoría de las ocasiones.
         No hay más remedio que endurecer la cáscara. No hay otro camino que el del amor que sabe defenderse, no hay más opción que ayudarse a uno mismo y comenzar a darnos todo el cariño, el afecto y la confianza que hemos derrochado en otras personas que no lo merecían.
        

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