Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 27 de enero de 2013

DENTRO DE UNO MISMO

Dentro de uno mismo sucede todo. Sucede el universo, el mundo y el día a día en el que habitamos. Dentro de uno mismo no hay hueco para la mentira ni el engaño. Sin que se lo digamos a nadie, sabemos lo que de verdad queremos, por qué luchamos, cuáles son nuestros sueños y hasta por qué hacemos o dejamos de hacer las cosas.
A veces tratamos de engañar a la conciencia y justificamos acciones, comportamientos o decisiones como si se tratase de necesidades absolutas ante las que no hemos tenido otras opciones. Pero en realidad, caminos diversos siempre los hay. Uno nunca quiere equivocarse y vamos navegando entre los problemas, las circunstancias y los avatares con las antenas bien extendidas para no chocar contra nada ni nadie. Sin embargo eso  no es posible.
Tratamos de no hacer daño a los demás y a veces se lo hacemos aun sin pretenderlo. Procuramos no sufrir nosotros mismos pero tampoco nos lo garantiza ninguna de las decisiones que vamos tomando a cada paso.
En el interior de cada cual hay un excelente radar que hay que activar. Una antena parabólica capaz de alcanzar mucho radio a nuestro alrededor y traspasar la superficie de las cosas y su brillo externo. Pocas veces lo descubrimos y seguimos dando palos de ciego equivocándonos continuamente. Lo peor es que no aprendemos y la vida se encarga de hacernos repetir curso cada vez que no asumimos las lecciones que nos va dando.
Algo queda en la conciencia cada vez que lo que nos sucede nos duele o cuando aquello que pasa por nuestra vida nos devuelve la alegría, la ilusión y las ganas de seguir. Algo queda cuando engañamos a otros, cuando mentimos y cuando enmascaramos las situaciones en nuestro beneficio; pero por desgracia, los más engañados somos nosotros mismos al final del camino.
Si actuamos bien o mal no sólo lo saben los demás, lo sabemos también nosotros  más allá de lo que parezca, y ese es nuestro drama. El que nos hace sentir más miserables que todo, el que nos sumerge en el silencio profundo de no poder descubrirnos ante nadie.  

2 comentarios:

  1. No conozco aún a nadie que de algún modo no haga daño. Creo que ese es el camino que desamos seguir, el de no dañar al "otro"; un camino que sólo se dulcifica cuando vemos el propio dolor,ese que nos causamos al infringírselo a otra persona. Y tienes razón, ese dolor siempre viene de vuelta. Estoy desando llegar hasta el final, a pesar de las heridas.
    Un beso y gracias por tu reflexión, tan certera.

    ResponderEliminar
  2. Es cierto Xara, es inevitable hacer daño a otras personas. Algún día reflexionaremos sobre los tipos de dolores causados a los demás o al contrario. Involuntarios, gratuitos, intencionados,ausentes, ajenos...?...daño al fin???...reparables, insuperables, definitivos, perdonables????...se me ocurren muchos matices ahora mismo.
    Gracias por este apunte hacia otro posible lugar donde reposar nuestras reflexiones.
    Un beso

    ResponderEliminar