Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 21 de octubre de 2011

DIETA DE LA FELICIDAD

Estamos empeñados en hacer dietas para encontrarnos mejor. Para ser más. Más guapos, más delgados, más atractivos, más sugerentes, más ligados a la moda, más y más y más…Dietas que van dirigidas al cuerpo, que adelgazan la impotencia y que estrechan los complejos. Y están bien en cuanto nos permiten estar más a gusto con nosotros mismos, en una imagen más acomodada a nuestros deseos y con un aspecto más afín a lo que anhelamos. Sin embargo, ninguna dieta comprime los prejuicios, las inseguridades, los miedos, ni los fantasmas de la mente. Por eso, deberíamos inventar una dieta para el alma. Un régimen que fuese dirigido, expresamente, al núcleo de nuestros pesares. Qué tuviese como misión arrojar a la basura lo que nos inmoviliza y nos sitúa al margen de la acción. Un ayuno de la soberbia, el orgullo, la timidez, la baja autoestima y la tontería. Porque muchos de nosotros bebemos al día grandes dosis de estupidez y creemos con ello que mejoramos nuestro carácter y nuestra forma de relacionarnos con el resto, cuando lo que hacemos es convertirnos es idiotas de profesión, reconociéndonos más que nadie y el centro del mundo. Adelgazar el ego es otra fase del régimen de la felicidad que nos asegurará un perfecto estado digno de todas las bondades.
Ser feliz es una obligación a la vez que una elección. Y cuando uno es feliz…se nota, se transpira, se proyecta, se inunda. Esa sería la primera profesión que deberíamos tener. Profesionales de la felicidad, expertos en alegría, ingenieros de la autoestima, peritos de los sueños y doctores de la esperanza. Todos estos masters están al alcance de cualquiera. No tenemos que aprenderlo, es una cuestión de actitud ante la vida y sus experiencias. Se trata de unos cursos que nadie dirige, de una universidad que llevamos dentro, de una carrera que organizamos nosotros con nuestro particular carisma. Por eso, la felicidad debe convertirse en la mejor dieta. La que asegura el bienestar del alma que, sin duda, es la garantía de la belleza de nuestro rostro y de la dulzura de nuestra sonrisa. La dieta más sencilla, más económica y más rentable. La que sin pasar hambre nos garantizará una imagen que atraerá más que ningún cuerpo modelado por la dictadura de la abstinencia.
         No hay consignas, ni trucos, ni listados de alimentos permitidos y no permitidos. Todo es posible, todo disponible, todo comestible si se trata de ingerir la ilusión, la alegría y el bienestar que da estar en paz con uno mismo desde que nos levantamos. ¿Lo intentamos juntos?.

2 comentarios:

  1. Supongo (mente que supone), que la alegría, autoestima, goce de la vida, la actitud ante la experiencia, la responsabilidad con uno mismo y para todos, es un estado tal que no se puede separar del cuerpo, y por ello tampoco excede los límites de éste. Supongo (mente que supone) que de este modo el sistema energético y físico se autoregulan de tal modo que la "linea" corporal está linealmente proporcionada con el alma.
    Pero todo esto lo supone mi mente (ego que supone) que deja paso al exceso en mi cuerpo.
    Me gustó este post. Muchas gracias

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  2. Gracias por esas suposiciones...de la mente que supone...jeje...la verdad es que podemos adelgazar la tontería de no gustarnos porque si comenzamos a querernos así, tal como somos...pronto llegará la otra imagen que desde dentro se reflejará como un espejo.
    Un abrazo

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