Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 15 de julio de 2011

NECESARIO BALANCE


Como en toda empresa que pretenda obtener beneficios y éxito a lo largo de su proceso de existencia, debemos hacer balance periódico del resultado de la nuestra. La evaluación, el control y la reflexión de cómo marcha nuestra vida es un acto obligado para poder corregir aquello que no encaje con nuestro proyectos, de lo que nos esté haciendo infelices o lo que nos lleva a un estado permanente de tristeza, angustia o decaimiento. De no someternos a esta revisión permanente podemos colaborar a que estas fisuras del comportamiento se abran definitivamente y con succionen sin poder hacer nada.
Hacer balance equivale a buscar el grado de felicidad que tenemos en nuestro “aquí” y nuestro “ahora”, porque realmente el único objetivo de la existencia sería ser felices y proyectar ese estado armónico y pacífico al resto. Todo aquello que nos impida serlo, ha de ser revisado. En muchas ocasiones, los estereotipos que dominan nuestras estructuras mentales nos impiden abrazar con libertad actitudes capaces de serenar el espíritu. Hay muchas trabas mentales que debemos revisar si queremos ser felices y liberarnos de las estrecheces de criterio a las que nos someten los prejuicios. La sencillez es el camino de la serenidad. En muchas ocasiones, nos perdemos las pequeñas satisfacciones del día a día, esperando la eclosión de un bien mayor que siempre soñamos lejano pero posible. Es importante soñar, es definitivo creer con fuerza en los sueños, es motivador tener ilusiones que  alcanzar…pero no vivir de ellas en un continuo estado de ansiedad por su llegada. Hay multitud de pertenencias en nuestra vida que por sí solas deberían hacernos sentir felices. Muchas veces uno valora por contraste. Comparemos nuestra situación con muchas otras que viven seres humanos como nosotros. Comenzando por la salud, sea escasa o no…estamos vivos y eso nos permite gozar infinitamente de todos nuestros sentidos.
Hay que desmontar los muros que encontramos levantados al nacer y con los que aprendimos a mirar sin ver. Hemos de encontrar la forma de revisar cada prejuicio instalado en nuestra mente y que nos limita y acota la conducta libre y sana. Aprender, en definitiva a amarnos infinitamente para poder, más tarde, amar a los demás. Ese es  el mejor balance; el que nos dará las pautas para alcanzar lo que anhelamos.

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