No hay más sistema que enfrentarnos a ellos. Pasar por las situaciones que nos aterrorizan y comprobar que no pasa nada. Que los fantasmas que nos axfisiaban son solamente una cortina de humo esperando a ser abierta. Que el pensamiento insano sobre lo que tememos es una fantasía más de las que elaboramos en nuestro interior para componer el mundo...cuando el mundo está compuesto con y sin nosotros; antes y depués de nosotros.
Todo está en la mente. Allí se cocinan las recetas más sabrosas que hayamos podido gozar nunca...al igual que se componen los brebajes más venenosos que podamos tomarnos. Podemos nacer a la vida, cada día, o morir en ella a cada instante. Todo en el interior de nuestros pensamientos, sin nadie al lado que se de cuenta. Por eso, debemos expresarnos, dejar pasar a los sentimientos de otros y lanzar los nuestros como un cometa que espera al viento para subir más y más alto cada vez. Libres de cualquier miedo que convierta nuestra vida en un infierno.
Cuanta razón tienes, conozco esa sensación a la perfección. Ese miedo que te atenaza y te bloquea no dejándote ser tu mismo.
ResponderEliminarSe que no tiene sentido, pero es algo incontrolable, aunque siento que gracias a tus consejos he conseguido romper muchas barreras todavía me queda mucho camino por andar en el cual espero seguir contando con tu ayuda que para mi no tiene precio.
Un beso enorme. Laurymy
!Ay! Laurymy cómo sabemos todos de MIEDOS!!!...cuántas veces nos dejan sin palabras, inmóviles y aterrados...pero tú, como yo...sabemos que hay que presentarse frente a ellos y plantarles cara, como si de un contrincante se tratase...y cuando entremos con fuerza en la pelea...se retirarán de inmediato...porque el miedo, además de huidizo...es cobarde.
ResponderEliminarUn beso inmenso
Siempre he tenido miedo a la muerte, desde peuqeña. Tenía miedo de no ver más a mi familia, de no ver más los pájaros, las flores, el mar... Tenía miedo de loa que iba a encontrar después o más bien, de estar sola en donde fura que tuviera que estar. Con los años, fui analizando ese miedo y tantos otros que a lo largo de mi vida se fueron presentando, pero si bien fui dejando de lado el temor a hacer el ridículo, a no se pareciada en lo que yo cría que valía, en equivocarme, etc. no podía enfrentarme al temor a la muerte. Lo analizaba, lo razonaba pero no podía hacerle frente, hasta que un día, cuando perdí a mi marido, sentí que ya no le tenía miedo, porque supe, que el día que yo muera, a donde vaya, el me estará eperando y no estaré sola. MIRTA
ResponderEliminar