Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 16 de agosto de 2021

EL ZORRO DEL DESIERTO

 

Uno de los libros más exquisitos, en cuanto a enseñanzas de la vida y los afectos, mal encajado cronológicamente en su consideración porque sus mensajes van directos a la comprensión de los adultos también, es “El principito” de Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944).

De todos los bellísimos pasajes de este pequeño gran libro, uno de ellos rezuma especial sensibilidad y delicadeza en la explicación de cómo se fraguan los afectos.

Nuestra prisa, en el mundo actual, no deja que cultivemos nuestros afectos. Y para amar, se necesita construir lazos, cuidar hábitos.


 

Os resumo el pasaje:

El principito llega al desierto del Sahara y allí se encuentra con un zorro. El principito se siente solo y le dice: …”ven a jugar conmigo”…a lo que el zorro contesta.-Yo no puedo jugar contigo porque no estoy domesticado ( en el sentido de familiarizarse no de someter). –Qué significa “domesticar”, dijo el principito.- Significa “crear lazos” contestó el zorro. Para mi todavía no eres todavía mas que un muchachito, semejante a cien mil muchachitos y…no te necesito y tú tampoco me necesitas ( …) pero si me domesticas tendremos necesidad el uno del otro, serás para mi único en el mundo, seré para ti, único en el mundo. –“¿Qué es crear lazos?.-dijo el principito. –Se trata de ir acercándonos. Tú llegaste y no te acercaste a mí. Mañana llegarás y estarás a cuatro metros, pasado a tres, y después a dos…y será mejor que vengas a la misma hora, si vienes a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres; cuanto más avance la hora más feliz me sentiré…descubriré el precio que tiene la felicidad, pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré cuando preparar mi corazón”…

Por ello el principito aprende del zorro que en la vida los ritos son importantes y necesarios.

 Hay que dedicar tiempo al afecto. El principito destruye la idea de “prisa” que tenemos, destruye la idea de rapidez. Con la rapidez no se construyen relaciones humanas, se construyen “relaciones superficiales”.

Merece la pena releer el libro de nuevo.

Despacio. Sin prisa.

Todo un placer.

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