Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 22 de noviembre de 2015

VIAJE A ÍTACA (Relato del Domingo)



Domingo anterior


-dejaré el teléfono aquí cerca para que oigas sus gritos…unos alaridos capaces de descomponer tu cuerpo pero de alegrar tu orgullo.

- ¡Owen no lo hagas!…estoy nervioso y me sudan las manos. Habrá otras maneras de vengarnos.

.-Las habrá y ésta no será la única…pero hoy empezaré por ella.- Desde del auricular del teléfono Steve comenzó a oír cómo Owen arrastraba la silla de aquel deshecho de hombre indigno y los chillidos ahogados del asustado bastardo. Oyó cómo el doctor le decía sin reparo.

.-¿Te acuerdas de esto?, ¿te acuerdas mal nacido?, ¿recuerdas qué hacías con ella?:.. El pánico se había apoderado de la voz del sr. Henry y apenas podía balbucear, repetidamente, una negativa que se acercaba a una súplica rogatoria.

.- ¡Bájate los pantalones!, ¡Vamos! (…)

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Domingo 22-11-2015

Relato

Ante la marea de ruidos que se estaban sucediéndose en el despacho, Swa decidió abrir la puerta. De pronto se encontró con la imposibilidad de acceder a él. Owen había cerrado con llave la esta estancia.


.-¡Owen abre!,!qué sucede!, Abre!... El psiquiatra, absorto en la idea de devolver parte del daño a su ejecutor ni siquiera se percataba de los gritos de la mujer. De esta manera, siguió hablando con aquel ser incapaz ya de responder de ninguna forma.


.- ¿Te acuerdas miserable desgraciado?, Dí. ¿Te acuerdas de cómo nos pegabas con esta hebilla pendiente de una correas de cuero?¿Recuerdas nuestros cuerpos desnudos en el centro de un círculo rodeados de tus amigos mientras estos te animaban a pegar más fuerte?... El malvado hombre clavó sus ojos en los de Owen. Por un instante parecía que pedía clemencia pero inmediatamente, después de hacer dudar al siquiatra por un instante, le escupió en la cara.


Owen no pudo contener la ira y comenzó a propinarle latigazos con aquel instrumento de tortura que había guardado durante tantos años sabiendo que llegaría el momento de utilizarlo.


La puerta se abrió de repente. Swa había encontrado una llave doble en un cajón de su mesa. 

.-Owen quieto! Para ya!, ¿no ves que no es el mismo hombre al que tú crees estar pegando?.

El doctor se detuvo cuando vio que el anciano comenzaba a sangrar por las distintas heridas que la hebilla le había causado. Tiró asustado aquel inventado látigo y se desplomó en el suelo llorando desesperadamente.


La mujer que acompañaba al denostado paciente se había despertado de su estado inconsciente hacía un buen rato pero no pudo decir nada presa del pánico. 


El Sr. Henry se levantó despacio. Se acercó a la ventana y limpió la sangre de su cara en las blancas cortinas que pendían a los lados. Miró a Owen que yacía en el suelo con la cara entre sus manos. Hizo un gesto a la mujer en señal de marcha colocando sus dedos en la boca para indicarla silencio y se fueron de allí.


Entre tanto Steve, al otro lado del teléfono gritaba el nombre del doctor. Swa se percató de la voz que se oía a través de él. No sabía quién era pero rápidamente cogió el móvil para cerciorarse de lo que estaba pasando.

.-Sí dígame. ¿Quién es?
.- ¡Owen!...está bien ¿Owen?.
.- No le oigo bien señor. Hay unas interferencias que me impiden oírle con claridad. ¿Pregunta por Owen?.
.- Sí, sí…-dijo con gran nerviosismo su entrañable amigo. Swa que no conocía la estrecha relación de ambos optó por concluir aquella conversación.


.-El doctor acaba de salir. No puede atenderle. Pida cita mañana y le atenderemos con mucho gusto.

.-No, no por favor. No es cita lo que deseo. ¡Owen! ¿Donde está Owen?. – Swa colgó el teléfono y le apagó para evitar de nuevo que se repitiese aquella llamada.

Mientras tanto allí Owen postrado, resbalado sobre la pared yacía en un mar de lágrimas…

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