El
otro día veía una película, de forma distraída, mientras hacía otras cosas. No
me interesaba demasiado; en realidad era un simple sonido que me acompañaba en
una tarde solitaria.
Durante
un ratito seguí la trama de una comedia de tintes románticos que versaba sobre
una muchacha llena de deseos por cumplir.
El film se desarrollaba mediante un argumento
que versaba en una lista que ella había escrito con todo lo que anhela en el
orden concreto que lo quería. Cuando vi el listado me llamó la atención. Allí
estaban más de 20 deseos que iba tachando según los conseguía.
Recordé
que hace mucho tiempo atrás habilité una cajita para guardar imágenes, papeles
escritos, fotos, resguardos, tiques…y todo aquello que pudiese tener relación
con mis deseos o peticiones.
Durante
mucho tiempo funcionó en gran medida. Poco a poco y a base de lograr la mayoría
de lo que pedía me fui olvidando del deseo y me quedé con el ritual de meter el
material sin asociarlo claramente a una intención.
Me
he dado cuenta que la he olvidado y que los deseos de hace tiempo han empezado
a reposar sin resolverse.
La
protagonista de la lista de deseos de la película ligaba una intensísima
visualización de lo que quería al trozo de papel con la escritura de ello; y lo
mejor, lo lograba.
Recordé
mi caja. Repasé mi actitud para con ella en los últimos meses. Me he relajado y
a la vez he perdido la magia de alcanzar lo que de desea con fe.
He
pensado volver a ello. Enfocarme en mis deseos y entusiasmarme con ellos. Lo
primero, priorizarlos. Después cribarlos para dejar solamente los que de verdad
me hagan falta para seguir manteniendo la ilusión. Por último, sentirlos como
conseguidos.
Meteré
mis papelitos otra vez y seguiré esta ruta de nuevo.
No
fue en vano la tarde del sábado, ni esa película de la que no vi ni siquiera
diez minutos. Pero fueron los necesarios para darme el empujoncito que
necesitaba.
Os
iré contando.
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