Lo he pensado mucho. Estos días en los
que las aguas han estado cada vez más revueltas, en los cuales he sentido tanta
angustia, tanta impotencia y hasta tanto rencor por acciones que escapan a mi
control y hasta mi razonamiento, lo he entendido al fin.
Nadie
puede salvar a nadie. Ni siquiera uno se puede salvar dentro del otro porque
nada de él somos nosotros, nada nos pertenece, nada nos identifica.
A
lo sumo podemos acompañar en el camino si es que la compañía sirve de algo,
pero no podemos hacer pensar de otra forma al otro ser, ni sentir con su
corazón.
Hemos de dejar la idea romántica e
inoperante de que podemos intervenir en el cambio. No hay tal cambio si no se
produce desde las lágrimas internas que logran deshacer la armadura oxidada que
sirve de coraza.
Me han gustado estas reflexiones
interesantísimas.
Vivimos equivocados. No tenemos poder
sobre el otro. Ninguno. No hay posibilidad de vivir su llanto, de sentir su
dolor, de pasar sus crisis.
Por eso…
“…Puedes estar presente con ellos, ofrecer tu estabilidad, tu cordura, tu
paz. Incluso puedes compartir tu camino con ellos, ofrecer tu perspectiva. Pero
no puedes quitarles su dolor.
No puedes recorrer su camino por ellos. No puedes
ofrecerles respuestas correctas, ni tampoco respuestas que no sean capaces de
digerir en ese momento.
Ellos tienen que encontrar sus propias respuestas,
plantear sus propias preguntas o bien perderlas, ellos tienen que hacerse
amigos de su propia incertidumbre.
Ellos tendrán que cometer sus propios errores, sentir
sus propias tristezas, aprender sus propias lecciones.
Si realmente quieren estar en paz, tendrán que confiar
en el camino de sanación que se vaya revelando paso a paso. Pero tú no puedes
sanarlos.
No puedes ahuyentar su miedo, su ira, sus sentimientos
de impotencia. Tú no puedes salvarlos, o arreglarles las cosas.
Si presionas demasiado, ellos podrían perder su tan
singular camino.
“Tu camino podría no ser el de ellos. “
Jeff Foster
Hasta el que levanta la voz de alarma, está poniendo su grano de arena en ese proceso de cada uno de nosotros. Todos aprendemos de todos, unas veces nos toca ser aprendices y otras maestros. Sólo cuando estamos preparados llega nuestra oportunidad!!!, nada es en vano, nada es estéril si es el corazón quien da las instrucciones.
ResponderEliminarSí efectivamente todos somos maestros de todos. Nadie sabe más porque lo que cada uno sabemos se lo debemos a la experiencia propia y a la elaboración dolorosa de este aprendizaje.
ResponderEliminarNuestro zapato tiene solo una medida. La nuestra. No podemos caminar por otro pero tender la mano para ayudarle a dar el paso...si es que quiere, porque si no quiere también ese será un camino. El suyo propio.
Gracias por tus sabias reflexiones Xara.