Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 17 de mayo de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del domingo)



17_05_2015

.-Owen, es tu hermano.-Palidecí al instante. ¿Tenía un hermano?, ¿qué hacía allí?¿quién era realmente aquella mujer?. No comprendía nada. Lo que si sabía es que aquel día cambiaría mi vida.

.-¡Tócalo!. ¿No quieres acariciar la piel que lleva tu misma sangre?.- Aquel mandato malévolo me empujó a correr  a lo largo del pasillo buscando la puerta de salida. Cuando creí haberla alcanzado allí estaba él. Firme guardián de una fortaleza siniestra que guardaba tantos secretos.

.- ¿A dónde crees que vas?. Pobre muchacho. Mi mujer es un poco brusca. No te asustes. Yo te contaré toda la historia… Mientras decía esto empuñaba un cinturón de piel con una enorme hebilla plateada.

 No sabía qué hacer. Miré a mí alrededor y solamente vi abierto un pequeño boquete en una puerta por el que seguramente pasaban los gatos. 

Era una portezuela estrecha de madera carcomida y su hoja desgastada. En ella, había múltiples arañazos que la hacían aún más débil. Corrí hacia allí y al abrirla me encontré con unas empinadas escaleras que bajaban hacia una indefinida oscuridad donde se perdían. 

No lo pensé y bajé apresuradamente al fondo de aquella caverna que me esperaba incierta.

.-¡Ven aquí estúpido niño! No te escaparás!.-La voz de la bibliotecaria parecía seguirme pero algo la detuvo.

.-¡No!. ¡ Déjale! Ahí está bien. Nos encargaremos más adelante. Tomemos el té ahora.- No pude oír más. Cerraron con llave aquella angosta entrada al sótano quedando rodeado de una infame oscuridad.

Al principio no me atreví a moverme. Alargué mi mano con mucho cuidado a lo largo del suelo. No parecía haber nada allí.  Decidí agacharme para reptar por él y dibujar en mi mente el plano de aquel lugar que despedía un olor ácido y repugnante.

De pronto mi brazo chocó con algo blando. Alargué mi mano y con sumo cuidado comencé a tocar lo que parecía una tela. No veía nada. El miedo congelaba mis entrañas. 

Avancé lentamente hacia arriba y grite al instante. ¡ Dios mío estaba tocando algo parecido a un trozo de pelo.!.

Comencé a temblar. Tal vez mi amigo tenía razón.

Posiblemente aquella casa encerraba cientos de niños desparecidos y con ellos, devoraba también sus historias como alimento constante.

.-¡Oh no!...se mueve!. No podía contener las lágrimas y comencé a gritar desaforadamente!. Nadie vino en mi busca y aquella cosa comenzó a moverse emitiendo unos sonidos agudos que chirriaban en mis oídos. 

Subí al escalera rápidamente pero lo que fuese aquello iba tras de mí. Mientras golpeaba fuertemente la puerta algo comenzó a morder mis pantalones. Sacudía mis piernas como si se tratase de baile diabólico. 

Aquello se había pegado a la pata de mi pantalón y se volteaba con el vaivén de las sacudidas de mis extremidades.

.-¡Por dios abridme la puerta!. ¡Socorro, por caridad!. A lo lejos se oía la animada charla del viejo matrimonio que seguramente no estaba dispuesto a ahorrarme ningún sufrimiento. (…)



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